martes, 8 de julio de 2008

Y tras las elecciones, los Congresos

Si bien el periodo electoral es un continuo, las elecciones generales en España se configuran como el hito principal que los partidos marcan en sus respectivos calendarios.

Sus organizaciones internas, mensajes y líderes se configuran atendiendo fundamentalmente a estos comicios, quedando relegados el resto de elecciones a la dudosa capacidad de ayudar al líder en su afianzamiento nacional.

Así, las elecciones regionales o municipales, pretenden, además de participar en una importantísima cuota de poder regional o municipal, ayudar a la figura del líder nacional. No comentaqré nada acerca de las elecciones al Parlamento europeo.

Para ello, los principales partidos políticos organizan una serie de actos que, pomposamente denominan Congresos, con una duración de escasas cuarenta y ocho horas en las que pretenden dejar en la retina de la opinión pública, la idea de nuevos mensajes, nuevos equipos para afrontar el próximo periodo interelectoral.

En realidad no deja de ser una pantomima y una nueva estafa de este sucio juego democrático. Nada hay de participación de las bases de los partidos, porque tampoco nada de democrático hay en quienes votan las supuestas resoluciones.

Las famosas ponencias y enmiendas están fundamentalmente dirigidas desde las élites de los partidos, votadas y controladas por las élites de los partidos, y lo más curioso de todo, ejecutadas sin ningún control por parte de estas élites según su conveniencia.

Y es que esa esa la principal falacia: la democracia. Un concepto tan vacío como supervalorado. Decía Miguel de Unamuno que morir por la democracia era lo mismo que hacerlo por el sistema métrico decimal, y no puedo estar más de acuerdo.

La democracia, o poder del pueblo, ha transitado como mecanismo de toma de decisiones por multitud de estados, desde la Grecia Antigua, hasta nuestros días, pasando por la Edad Media, la Independencia de Estados Unidos o la Revolución Gloriosa de Inglaterra o la Revolución Francesa, o cualquier otro supuesto hito histórico digno de mención democrático.

En todos los casos, los dirigentes han pasado de tener el poder por orden divina a ejercerlo en nombre de un supuesto acto de representación ciudadana. Cuando los políticos se muestran incapaces de garantizar y velar por los valores que efectivamente producen progreso a las personas, como la libertad, la justicia, la igualdad de oportunidades, la solidaridad, el honor, la dignidad y la lucha frente al egoísmo imperante, el hedonismo putrefactor, se lanzan cuales bestias que embisten a la defensa a ultranza de la democracia, que no negaré no deja de ser una herramienta útil en muchos casos para tomar decisiones, pero que queda muy lejos de ser el valor ideal con el que se pretende manipular a la sociedad para la perpetuidad de unos políticos muy poco democráticos.

Tiempo tendré en explicar mis posiciones sobre las distintas visiones que de la democracia han venido realizando diferente autores como Clístenes, Robert Dahl, Fustel de Coulanges o Constant, sobre las diferentes teorías de la democracia representativa, pluralista, liberal o mixta, pero en cualquier caso, no dejan de ser visiones de una mejor o peor forma de que los intereses de los representados se vean defendidos por sus representantes y qué mecanismos disponen para hacer efectivo este trabajo.

Por lo demás, las diferentes ponencias políticas que se han venido "discutiendo": papel mojado, incluso para los supuestos destinatarios de las mismas, que no dejan de ser los mismos que las redactaron.

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