miércoles, 17 de octubre de 2012

Negro futuro en España

Hacía muchos meses que no escribía una nueva entrada. La situación económica y política ha sido, durante estos meses, una constante desoladora en el acervo colectivo. Corruptelas, desaires a la conciencia nacional,      mentiras preelectorales, ajustes que afectan a los de siempre mientras, también los otros de siempre se enriquecen gracias a esos "ajustes necesarios". Tampoco es nueva la falta de valentía política para aplicar los ajustes donde de verdad hacen falta, como tampoco es nueva la hipocresía de quienes hace décadas se arrogaron la capacidad de negociar y decidir cuándo hay que protestar y cuándo meter la cabeza bajo tierra.

No encontraba motivo alguno para pensar en voz alta, pero dos datos me han dado que pensar, y no porque sean nuevos sino por su enorme importancia para nuestro futuro como nación, como sociedad que aspira a ser avanzada y como una más que urgente necesidad de revisar el sistema de valores instalados en nuestro deprimente y decadente entorno.

La emigración española se ha incrementado  un 22% desde 2008, en su mayoría jóvenes. Sólo en lo que va de año, 54.912 españoles (Dato procedente del INE), han decidido poner tierra de por medio. El dato no es que sea preocupante por su cantidad, que es lo que curiosamente han difundido los medios de comunicación. Lo que a mí más me preocupa es la calidad de esa emigración.

Mientras que el Ejército debe proteger las fronteras en Melilla para que personas de nula o muy escasa cualificación profesional no sigan accediendo a nuestro país, miles de universitarios deciden ir a trabajar a países donde esperan ser mejor utilizados: Alemania, Suiza, EEUU, Canadá o Chile, son destinos favorecidos, y éste es un dato que no nos podemos permitir.

La formación de cada ingeniero, arquitecto o licenciado cuesta al Estado español más de un millón de euros, desde el inicio de su etapa escolar hasta que finalizan sus estudios universitarios, y cuando empiezan a ser productivos, cuando pueden devolver parte a la sociedad que los formó, con sus capacidades y sus retenciones a cuenta, nuestro panorama empresarial es incapaz de retenerlos. Mientras, y aquí viene el segundo dato escalofriante, España encabeza, por número, la generación "ni-ni",. es decir, los vagos, los fracasados se quedan, mientras eso sucede, los que valen se van. Importamos mano de obra barata, no cualificada y sin formación, y exportamos capital humano de gran valor, lo que seguirá esquilmando las arcas del Estado y empobrecerá al país de talento y oportunidad.

Ya no solo cabe hablar de futuro, sino que el presente se muestra peligrosamente descompensado: personas de experiencia cuyo pecado es cumplir cincuenta años son despedidas cada día, amortizamos los puestos de trabajo que se pueden y el resto de suple con mano de obra de nula experiencia y poca empleabilidad. Las familias junto al Estado, soportan el coste de mantener un 30% de los jóvenes españoles sin trabajar ni formarse, mientras que, la sociedad española lucha por mantener un status quo inasumible. Los llamados "sindicatos de estudiantes" (una contradicción en sus términos), lejos de exigir un futuro profesional digno, luchan por unos supuestos recortes que, digámoslo claro, ellos despilfarran. Los sindicatos, cómplices mudos durante años de gobierno socialista, ahora protestan mientras se aprovechan de aquello sobre lo que protestan.

Mientras países como Canadá, Estados Unidos, Suiza o Alemania, por poner destinos migratorios preferidos de nuestros jóvenes, tienen menos gasto en educación que España, ésta muestra las cifras más desastrosas de calidad en la educación. Malos estudiantes, universidades perdidas en los principales rankings, estudiantes fracasados, sindicatos que gangrenan la educación y políticos que se amedrentan cuando intentan modificar un sistema que se ha manifestado ineficaz, costoso, improductivo y donde sindicalistas y políticos de medio pelo se hacen de oro a costa de la educación. Subvenciones sin fin a la formación continua, subvenciones al transporte, a los libros, a las actividades extraescolares, encontraban en los sindicatos o en las asociaciones de padres y madres, perceptores agradecidos, donde no se exige ninguna contraprestación, como por ejemplo, aprobar para recibir estas subvenciones. Donde los alumnos (y sus padres) se niegan a cumplir con la única obligación que nuestra Constitución les exige, donde se puede repetir años y años sin que ello suponga ningún perjuicio económico para esa familia permisiva., en ese lugar, llamado España, los estómagos agradecidos braman porque el Gobierno mantenga el despilfarro. Y mientras, los ni-ni, con sus móviles de última generación, sus modas, sus botellones, su nula preocupación por algo que no sean ellos mismos, ellos se convierten en los Reyes del Mambo.

Treinta años de leyes educativas socialistas nos han llevado a esta situación, la peor de la Historia. Nunca antes nuestro sistema educativo ha salido tan escandalosamente mal parado n cualquier comparación, nunca antes se había despilfarrado tanto y nunca se había producido tal cantidad de vagos. Y, aquella minoría, preocupada por su futuro, sin saber que su futuro es el de España, que ha conseguido una formación de cierto nivel, emigra. Y lo hace ante la falta de expectativas y oportunidades, y lo hacen sin mirar atrás, porque lo que hay atrás no merece atención. Y lo que hay detrás es, España.

viernes, 8 de junio de 2012

Soberanía Nacional, cada vez menos nacional

El artículo 1.2 de nuestra Constitución reza... " La soberanía reside en el pueblo español, del que emanan todos los poderes del Estado". Éste es un precepto indispensable en aquellas constituciones que establecen Estados democráticos, que se rigen bajo el imperio de la Ley y que limita el poder de los poderes públicos, a través del Estado de Derecho.
Sin embargo, desde la incorporación de España en el contexto europeo, y a partir, sobre todo del Tratado de Maastrich, España, como el resto de Estados de la Unión, ceden parte de sus competencias, y por tanto de su soberanía, a los órganos comunitarios.
Pero, en la Unión Europea, a nadie se le escapa que los Estados integrantes no comparten el poder igualitariamente, ni siquiera alícuotamente. Alemania y Francia se distribuyen las decisiones más relevantes y que afectan, no solo a la Unión en su conjunto, sino a Estados concretos, como ocurrió con Grecia o Portugal, o ahora con Italia y España.
Es fuera de nuestras fronteras, son extranjeros los que están definiendo la política monetaria, a través del BCE, y son esos mismos extranjeros los que en breve armonizarán la segunda herramienta macroeconómica de que disponían los Gobiernos nacionales, la política fiscal.
De esta forma los ingresos, a través de los tributos, y el nivel de gasto, el nivel de deuda y de inversión, a través de los tipos de interés, serán impuestos desde allende nuestras fronteras. Y lo peor es que, con el prestigio perdido durante la pasada década de infausto recuerdo, España no tiene ni la voz cantante, ni siquiera el segundo coro. España no decide, ni sus representantes ni sus ciudadanos, y en la situación económica que tenemos, en la que necesitamos endeudarnos y nadie nos fía, debemos transigir con lo impuesto desde fuera.
Mientras tanto, los españoles, desolados como no se recuerda, más preocupados por subsistir y por mantener  la dignidad a través del trabajo, no caen en la cuenta de que poco a casi nada podemos hacer.
Pero si algo podemos hacer es exigir a nuestros representantes algo muy sencillo y que solo requiere generosidad y posponer posiciones partidistas para mejores tiempos: necesitamos reforzar la imagen de España, del pueblo español, al que se le vilipendia gratuitamente dentro y fuera del España: desde el Sr. Beteta  a los guiñoles franceses. La oposición debiera cerrar filas, tanto el PSOE como los partidos nacionalistas, deben vernos fuera como una única fuerza, un único Estado fuerte, que sabrá hacer sus deberes, como ya lo hicimos antes. Debemos reforzar el sentimiento de orgullo de ser español, seas de Madrid, de Cataluña o de Galicia. Debemos exaltar a nuestros deportistas que llevan nuestra bandera por todo el mundo, debemos ser respetuosos con España, lo que significa ser respetuoso con nuestro Jefe del Estado o nuestros símbolos, y esto no significa que el Rey deba quedar impune de lo que hacen él o su familia, pero de ahí al insulto o a la agresión, la diferencia es notable, y fuera se interpreta con una jaula de grillos, no merecedores de ayuda, porque "ni ellos mismos se aguantan ni se soportan".
Es el momento de que el Gobierno actúe sabiendo que, en los aspectos fundamentales que tienen que ver con la Unión Europea, la oposición será leal y apoyará la acción del Gobierno aunque no la comparta, porque si no nos vemos fuertes dentro, será imposible que nos vean merecedores de ayuda fuera, y en estos momentos de extendida soledad y tristeza, más que nunca nos necesitamos los unos a los otros, sin disensiones internas que perturben la imagen de España. ¿Que difícil de conseguir con clubes de fútbol más interesados en la política que en el deporte, o en políticos más preocupados por su poltrona que por el interés de los españoles, o de organizaciones más preocupadas en sus subvenciones que en el servicio a los demás?
¡ Qué difícil resulta ser español en estos días!

lunes, 16 de abril de 2012

España sólo vale para el flamenco y el vino tinto

La afirmación no es mía, sino del Embajador de EEUU en la OCDE, pero ésta se une a las declaraciones de Sarkozi y Monti, que no dejan en buen lugar a nuestro país. Lejos de caer en la bravuconada y el aspaviento fácil, lo cierto es que en otras ocasiones, líderes españoles han dedicado afirmaciones en el mismo sentido con respecto a otros estados (célebre la afirmación de Zapatero en EEUU afirmando que España pasaría económicamente a Francia y que y había pasado a Italia), por lo que sería conveniente analizar el trasfondo de esa afirmación, por otra parte, falta de estilo, gusto y educación.

Nuestra economía no mejora, nuestro empleo cada vez escasea más, diecinueve de las empresas del IBEX cotizan por debajo de su valor contable, nuestros políticos, sobretodo los del Gobierno, dan muestras de inseguridad y del valor necesario para acometer las "verdaderas reformas", y para colmo, Froilán y la prima de riesgo se disparan mientras el Rey se hace añicos la cadera matando elefantes por África (como si no hubiera "elefantes" en España que matar).

He citado las "verdaderas reformas"; Esperanza Aguirre, así como UPyD, parcialmente, han pedido al Gobierno la recuperación de competencias en materia sanitaria, educativa y judicial, así como la fusión de ayuntamientos. Yo, por mi parte, ya he citado con anterioridad la necesidad de eliminar subvenciones a instituciones de dudosa representatividad, como sindicatos y patronales, la eliminación o privatización de cadenas de radio y televisión públicas en aquellas comunidades con más de una licencia de cada medio (Andalucía y Cataluña tienen tres canales autonómicos, todos ellos, deficitarios), la eliminación de prestaciones a los inmigrantes ilegales y el endurecimiento para que los extranjeros obtengan la nacionalidad, o la reducción de competencias de ayuntamientos que han impedido a la iniciativa privada entrar en sectores en los que las AAPP han impuesto unas barreras de entrada que hacen inviable que las empresas inviertan (efecto crowding- out). Hay que recordar que la formación de municipios y CCAA no se realiza atendiendo a criterios económicos, sino de identificación y adscripción, aunque sí es posible centralizar o fusionar servicios públicos, y ese campo, en España está, prácticamente, inexplorado.

Desde luego, de la misma forma que soy contrario a la amnistía de los presos y miembros de ETA, lo soy de la amnistía fiscal (¿Las AAPP también se podrán acoger a la amnistía fiscal?), como estoy en contra de que las rentas más altas paguen por la sanidad, puesto que ya las retenciones a cuenta son progresivas y, seamos sinceros, no imagino a Botín o Alierta en la sala de espera del Hospital Puerta de Hierro o La Paz. La dudosa eficacia de la reforma laboral, con innegables avances en determinadas partes de la Ley, pero con aspectos de la misma claramente mejorables, puesto que nos acercan más que a un mercado competitivo, al vasallaje, puesto que le da al empleador toda la ventaja en situaciones laborales injustas, del tipo " si quieres seguir trabajando aquí, lo harás con un contrato de cuatro horas pero trabajando diez o doce, y si no aceptas en los tribunales nos vemos dentro de algunos años mientras te mueres de hambre" (en Andalucía saben muy bien de qué estoy hablando).

Es evidente que el Gobierno todavía no ha terminado de coger el pulso de la nación y todavía presenciaremos, o peor todavía, sufriremos las consecuencias de esa improvisación impuesta desde fuera y también desde dentro, y nuestro escaparate nacional dista mucho de ser atractivo para los mercados y las empresas extranjeras. Nuestra política de comunicación es simplemente desastrosa, descoordinada y, por tanto, ineficaz. Nuestra capacidad de autocrítica inexistente, nuestro talento ejerciendo fuera de nuestras fronteras (Alemania, Brasil, Chile han pedido a nuestros investigadores, ingenieros y emprendedores que trabajen en esos países). Nuestra oferta de trabajo anticuada, escasa y mal remunerada. La calidad de nuestro trabajo se mide en criterios de coste y no de economía o inversión.

Sí, muchos han criticado la imagen de la Corona de safari mientras España se rompe, pero la imagen de los andaluces bailando flamenco y bebiendo vino (blanco), o la de los valencianos, o los de las diferentes partes de España que a falta de pan, bienvenido sea el vino, tampoco desmerecen a la imagen real, y a lo peor, España solo vale para el flamenco y el vino tinto.Los españoles sabemos que no es así, pero el escaparate que se ve desde fuera de España no puede dar una idea más certera en la expresión.

lunes, 2 de abril de 2012

Cien días de gobierno

Ya hemos vivido los primeros cien días del resto de nuestras vidas. Rajoy y su Gobierno han tenido tiempo de conocer el sarao heredado y empezar a tomar medidas drásticas a golpe de decreto. En este tiempo, tres han sido los ejes de gobierno: reducción del gasto, reformas estructurales y reposicionamiento internacional de España. No sabría decir cuál de los tres es más importantes, y bien pueden describir un triángulo equilátero.

A corto plazo, que es como a los españoles les gusta opinar y valorar acciones políticas, y no solo políticas, la situación, como ha descrito la ínclita Elena Valenciano, es desoladora: aumenta el paro, el despido es más barato, aumenta el gasto y disminuyen los ingresos. Claro, que no explica que toda esa descripción es una consecuencia irrenuncialble de los ocho años más desastrosos de la política española de los últimos doscientos años. Habría que remontarse a finales del XIX para recordar tamaño desaguisado. Pero afortunadamente, eso es agua pasada, por mucho que andemos sobre estos lodos.

Sin embargo, y apostando por un análisis algo más serio y menos simplista y demagógico, cabe destacar que se presentan una serie de reformas de amplio calado, como la reforma del código penal, la Ley de Enjuiciamiento Criminal, la Ley del Aborto, o la ya realizada reforma laboral. Yo, sin embargo, y vistas las últimas versiones de las huelgas que se han producido en España, que nada han tenido que ver con los derechos de los trabajadores y todo con el seguidismo político, echo en falta una profunda reforma de la Ley de Libertad Sindical, de la Ley Electoral, de la Ley de Extranjería y la promulgación del Estatuto del Príncipe de Asturias y que la Ley de Transparencia, recién estrenada, se hubiera ocupado también de la Casa Real y su Familia.

En cuanto a la actual desequilibrio de ingresos y gastos, parece razonable la ya planteada disminución de presupuestos de ministerios como el de Fomento, Exteriores o Presidencia, pero es necesario más que nunca, incrementar las partidas de I+D, incrementar las partidas que aseguren un incremento en la calidad y en la productividad de la Administración,  y cabe resaltar que el presupuesto de un ministerio puede y debe reducirse sin necesidad de que determinadas partidas se vean perjudicadas. Los casos típicos tienen que ver con Educación o Sanidad: recortar en esas áreas no debe suponer disminuir en investigación o en la calidad en la prestación del servicio. Se puede y se debe investigar más y mejor y asegurar que la prestación de los servicios educativos y sanitarios se realicen cada vez con mayores cotas de calidad. La pregunta a plantearse es si nos podemos permitir el lujo de que sanidad, educación o justicia sean universalmente gratuitos. Ésta es buena ocasión para que los inmigrantes ilegales dejen de gozar de estos servicios, de que sea más difícil obtener la nacionalidad, básicamente como hacen en el resto de países, y de perseguir los excesos de los ciudadanos, como alumnos permanentemente repetidores o "pacientes" abusones.

En cuanto a los ingresos, la subida de impuestos no es la solución, no lo es ni a corto ni a largo plazo. Ello supone, como estamos viendo, que los resultados no son los esperados. Reducir las trabas para la creación de empresas, reactivar el consumo interno y las exportaciones, limitar las importaciones de determinados productos de países ajenos a la UE, son medidas que bien podrían haberse planteado antes de la subida brutal e indiscriminada del IRPF. Una buena gestión del fraude fiscal y favorecer la internacionalización y virtualización de las start ups,  introduciría el "aceite" necesario para poner en marcha el proceso. Pero todo eso será inútil si los españoles no tienen confianza y se retraen en el gasto. Si ven amenazados sus empleos y además no encuentran expectativas de encontrar otro nuevo, los españoles bien harán en no gastar inútilmente, puesto que, además, el nivel de ahorro de las familias también se ha visto perjudicado.

Por ello, ya es hora de vender la marca "España", y por ello es muy necesario hacer entender a los Estados extanjeros que España es un país de oportunidades, un país en el que merece la pena invertir, un país dispuesto para acaparar altas cotas de trabajo, y bien puede Rajoy poner a trabajar a la Familia Real en esa tarea y no en otras menos recomendables. Tal vez la confianza interna se vea favorecida por la confianza que desde fuera puedan tener en nuestras posibilidades, y si bien el Ministro de Exteriores debe poner sus esfuerzos en poner a los Embajadores y Cónsules españoles a captar recursos externos, la Familia Real es la que es capaz de llegar allí donde nadie más puede, pues si no es así, alguien podría empezar a preguntarse que para qué nos sirve una Familia empeñada en ser cada vez menos Real y cada más plebeya.

lunes, 12 de marzo de 2012

Entre huelgas y recortes la imagen de España se deteriora

Hacer, a estas alturas, una recopilación, aunque sea somera, de las causas y causantes que nos han llevado a esta situación sería costoso e irrelevante, pero merece una breve reflexión el hecho de que, casi todos los que nos llevaron a esta situación, siguen al frente de sus posiciones, a excepción del Gobierno: empresarios de las principales empresas, élites sindicales, responsables de los órganos de control, magistrados de los Altos Tribunales, élites bancarias, diputados y senadores, regionales y nacionales, Alcaldes y concejales. Casi los mismos que estaban, están.

Todos ellos con recetas basadas o bien en recortes, o en irresponsables algaradas callejeras. Ayuntamientos y Gobiernos han decidido meter la tijera. Ahora se dan cuenta de que mucho de lo que se paga en impuestos, lo debemos emplear en el pago de la deuda y exigen a todos los ciudadanos que muchos de los servicios y prestaciones del Estado se acaban, y apelan al control del gasto. Curioso.

Digo curioso porque, ellos mismos, ese mismo Estado, entendido en este caso, como el conjunto de las Administraciones Públicas (AAPP), fueron los que gastaron en exceso, entrometiéndose en muchos casos en áreas propias de la iniciativa empresarial privada. Y ahora apelan a la responsabilidad, sin recordar que ellos, y no los ciudadanos, fueron los irresponsables.

En estos meses de nuevo Gobierno, la receta es clara: recortar. Y cuando se haya recortado, recortar otra vez. Ello supone tomar medidas impopulares, políticamente suicidas, pero necesarias. Es necesario recortar el gasto público, pero nuevamente la polémica está servida: ¿dónde recortar y cuánto? Sanidad, prestaciones sociales, educación, fomento y obras públicas, defensa, I+D, y todas las partidas serán objeto de recorte. Eso no supone que recortar en educación suponga recortar en calidad de la educación, sino en poner orden y concierto en los desmanes que se producían en esta, como en el resto de áreas. El problema para los dirigentes es decidir el criterio de recorte y la valoración de los servicios públicos. Y este vuelve a ser un hecho curioso.

Los dirigentes han preferido mantener las subvenciones a sindicatos y partidos políticos, mantienen las prestaciones sociales a los inmigrantes ilegales y siguen permitiendo la concesión de la ciudadanía española a personas sin el conocimiento mínimo del idioma, el apego a la nación y un contrato de trabajo, que bien se podrían endurecer.

Mientras, los sindicatos a lo suyo: ¿la defensa del trabajador?No, esa no fue nunca la prioridad de los sindicatos, ya ni siquiera es ser el varapalo del Gobierno. Su único interés reside en mantener su cuota de poder, sus subvenciones, sus horas sindicales a costa del erario público y su papel preponderante y de práctico monopolio, en la gestión de la formación continua y ocupacional. No es que sean irresponsable, son simplemente egoístas y avaros. Los irresponsables son los que permiten esos dispendios. Buen momento sería éste para modificar la Ley de Libertad Sindical, de 1985. Espero ver llegar ese momento.

Las empresas, por su parte, a lo suyo: deshacerse de la "grasa" sobrante y aprovechar el actual marco legal de la reforma laboral para despedir a obsoletos, indeseados y personal altamente remunerado y cada vez menos cualificado. Esto sería aceptable si no es porque las empresas son las que han aceptado mejoras salariales ajenas al cumplimiento de objetivos, a la nula formación del trabajador y la inexistente gestión del talento y de la motivación de los trabajadores. Ahora resulta que la culpa de que el sindicato y la empresa hayan decidido aumentar el sueldo a un trabajador sin exigir a cambio mejoras en el rendimiento, es del trabajador, y no será el sindicalista ni el empresario el que vaya a la calle, será el más débil de la cadena, el de siempre, el que pague el pato de tanto y tanto desmelene.

Bien harían los empresarios responsables recapacitar y seleccionar muy bien quien merece ser despedido y quien merece conservar su empleo, pero eso es pedir más de lo que se espera de alguien cuya mayor preocupación es ahora, blindar su salida millonariamente.

Este Gobierno va proponiendo cosas, reformas que serán positivas y así se están valorando, pero cuántos y cuántos cadáveres quedarán por este suplicio que otros nos trajeron...

martes, 24 de enero de 2012

La clase política y sus excesos a cuenta de La Semana Santa vallisoletana

Parece que en las últimas fechas, ha habido cierto revuelo porque el Arzobispo Blázquez ha pedido que se reflexione acerca de la idoneidad de que una mujer casada por lo civil, es decir, desde un punto de vista católico, una amancebada, sea pregonera en las próximas fiestas de Semana Santa de Valladolid.
La razón parece obvia: una mujer que presume (digo lo de presumir porque de ello se ha jactado públicamente en campaña electoral) de no seguir el dictado de la doctrina católica, y por mucho que el Alcalde de Valladolid haya pretendido apuntarse un tanto oportunista, debiera haber declinado participar en un acto de marcado carácter religioso. Sin embargo, aceptó. El Arzobispo, en el papel que se le exige por su condición, hace una reflexión en contra de esta decisión y, aquí viene lo sorprendente, el ateo Jáuregui le exige a la Vicepresidente, que le pida explicaciones por estas declaraciones.

Resulta más que evidente que la Semana Santa, la fiesta más importantes de los cristianos, ya no es solo una fiesta religiosa, también es un reclamo turístico y un periodo de fiesta retribuida en el calendario laboral, y es posible pensar que, puesto que el pregón se trata de un acto civil y religioso (no estamos hablando de los pregones de carnavales, por ejemplo), parece adecuado que se tenga en cuenta la opinión de la Iglesia, aunque   se puede opinar que el Alcalde no tiene porqué hacerlo, pero lo que resulta esperpéntico es que este asunto se lleve a sede parlamentaria por parte de un irresponsable PSOE.

Aquí parece que todo aquél ajeno a la Iglesia tiene más voz y voto que los propios integrantes de la misma, aquí se politiza toda la vida social, religiosa, marital e individual, y si un Arzobispo que tiene la máxima autoridad en la provincia en lo que a asuntos eclesiásticos se refiere opina, opina, no decreta, no exige, no manda, éste debe ser recriminado pero, por contra, cualquier advenedizo se envuelve de una autoridad inexistente para exigir rectificaciones, nada menos que en el Congreso. Cualquiera diría que en el Congreso no están para las cosas para las que se les ha votado, que no es en ningún caso, exigir responsabilidad a un Arzobispo por opinar sobre un asunto religioso.  Y mi pregunta es, ¿hasta cuándo vamos a soportar que cualquier aspecto de nuestra vida deba pasar el tamiz de lo político? Creo que, mi obligación como católico es pedir a estos representantes que se ciñan a su actividad política, que dejen la religión o falta de ella, el deporte, las relaciones personales, el ocio, los medios de comunicación, el arte, a la sociedad civil, a las personas, con los límites que exigen la Ley, las costumbres y el derecho de los demás, y que permitan que un religioso opine de religión sin necesidad de que un ciernecebollas exija rectificaciones de una opinión. Sabemos, porque ha quedado demostrado ( a diferencia de cuestiones de fe) la ineptitud de estos políticos que, incapaces de hacer bien su trabajo se meten en arenas que no les corresponden. Lo próximo será que la Chacón exija rectificaciones a Gasol por hablar en castellano, o que la Pajín exija rectificaciones a Santiago Segura por no hacer películas de la Guerra Civil. Todo se andará...