martes, 22 de diciembre de 2009

La Tierra no pertenece a nadie, salvo al viento

La pomposa frase que el mundo tuvo que soportar y que el presidente del Gobierno de España citó en su discurso sobre cambio climático, además de la vergüenza colectiva que nos hizo pasar, me hace recordar el papel de lo que no es de nadie, es decir, del concepto de la propiedad, que para este Presidente es colectiva en su titularidad y potestativa del Gobierno su gestión.

En aras del abstracto interés general, la izquierda siempre ha denunciado la acumulación de capital a través de la propiedad privada y siempre ha considerado que lo que uno tiene o ha ganado, en realidad lo posee gracias al concurso de otros que también tienen derecho al disfrute del bien. Esta disquisición propia de otras épocas, renunciadas incluso por la llamada Nueva Izquierda europea, con este Presidente vuelven a estar en el disparadero intelectual de este PSOE, el más marxista del mundo (junto con el venezolano y el cubano). Ni siquiera China conserva los planteamientos caducos que los intelectuales de cabecera de Zapatero le inspiran.

Será necesario recordar a esta izquierda totalitaria que estos planteamientos fracasaron en el mundo, sobre todo en Europa, debido a que suplantaban el valor fundamental de las personas: la libertad individual, que es la que permite que cada persona escoja su propio camino, y para ello se esfuerza, se forma, trabaja y decide el disfrute del resultado de su trabajo gracias al libre ejercicio de la libertad individual. Ello supone que no todos somos iguales porque nadie toma siempre las mismas decisiones, y lo que pretendía el socialismo era decidir por los demás en aras de un interés general que ellos mismos definían.

Nada hicieron, como nada hacen ahora, por permitir que todas las personas dispongan de las mismas oportunidades para que libremente cada uno decida. A través de la educación, definen el interés general (hoy centrados en el cambio climàtico, el ecologismo de pandereta, la alianza de civilizaciones, el anticlericalismo, la igualdad de la mujer mal entendida o el pensamiento único), deciden el fruto de nuestro trabajo a través de los impuestos y el gasto público y su deuda (que gestionan a su libre albedrío)y perpetúan nuestra dependencia a través de la idiotización colectiva (solo así se entiende que personajes como directores de cine, actores, cantantes, y demás subvencionados aparezcan en España como intelectuales), y tan imbricado se encuentra este espíritu socialista, que cuando gobernó o gobierne en un futuro la derecha, será con políticas de pseudoizquierda o de izquierda edulcorada (misma carga impositiva, mismo control de la educación y de los medios de comunicación y de las cajas de ahorros, mismo gasto público sobre políticas muy similares).

Quiero reclamar una revolución intelectual de la derecha en España que sin complejos cuente los principios políticos de otro tipo de sociedad. Una sociedad libre, que pueda decidir sobre su educación o la de sus hijos, con la interferencia de las administraciones necesaria para mantener el orden social, la justicia, la defensa y la igualdad de oportunidades, a través de la sanidad y la educación públicas, que favorezca la iniciativa privada a través de mejores redes de comuniciación físicas y telemáticas, eliminando trabas burocrática y administrativas para el libre ejercicio de empresa y donde el esfuerzo y la capacidad no se vean penalizados. Ese tipo de sociedad existe en otros países que tienen una Historia y una ideosincrasia similar, pero que supieron no depender tanto del poder político, fomentando la alternancia política.

No, Sr. Zapatero, la Tierra sí pertenece a alguien y no es al viento: nos pertenece a todos. Todos tenemos una vida que vivir y queremos decidir cómo vivirla y ojalá el viento sirviera, al menos, para borrar sus estúpidas palabras.

viernes, 18 de diciembre de 2009

La vaciedad de los conceptos

El término no es mío, sino de Giovanni Sartori, y lo utiliza en su ensayo "La sociedad multiétnica", para describir el proceso por el cual, fundamentalmente los defensores del multiculturalismo utilizan a su antojo los conceptos con un significado distinto del original lo que lleva a que el concepto, por sí, deje de tener significado, quede por tanto vacío.

Si bien Zapatero ha demostrado incompetencia manifiesta en economía o relaciones exteriores, en lo que a vaciamiento de los conceptos se refiere este Presidente ha sido un avezado maestro: alianza de civilizaciones, economía sostenible, la Tierra no es de nadie solo del viento, el talante político, el consenso, el diálogo social, son todos ellos conceptos más o menos grandilocuentes que no significan absolutamente nada pero que no deja de utilizar, no solo para que la oposición no pueda rebatir, sino que lo patrimonializa de tal forma que no estar de acuerdo con él supone estar en contra de un significante que realmente no aporta nada, es decir, carente de significado.

No creer en la Alianza de Civilizaciones no es estar en contra de los musulmanes, pensar que el consenso es tan importante en política como el disenso no quiere decir que se esté en contra de todos, explicar que un Presidente toma decisiones, es decir, manda, no significa que no se tenga "talante", y lo diga o no el Presidente la economía siempre se sostiene, si bien no gracias a él precisamente.

Está claro que cada concepto, como él lo utiliza tiene algún tipo de significado y algo quiere decir, el problema es que lo que quiere decir no se dice con esos términos. Si se quiere estar en contra de la economía capitalista, dígalo claramente. Si está de acuerdo con ceder ante las pretensiones universalistas de los musulmanes, dígalo. Si prefiere que las decisiones se tomen conjuntamente con diferentes socios en vez de asumir las riendas políticas de una nación en recesión económica, política, intelectual y social, dígalo. Si, para usted, Cataluña es una nación, dígalo y no le llame singularidad. Si para usted ser un buen ciudadano es ser socialista, dígalo y no le llame Educación para la ciudadanía.

Afortunadamente, el idioma español es muy rico y cada significante tiene o puede tener más de un significado, pero el Presidente Zapatero es especialista en que no tengan ninguno a base de desgastarlo.

Al final, a lo que se llega es al absurdo de que el Ministerio de Igualdad pretende desigualar a los ciudadanos por razón de su sexo, el ecologismo socialista entiende que los derechos del toro existen, pero no los del no nacido (extraña naturaleza la del socialismo ecologista), que las menores de edad lo son para hacerse un piercing pero no para abortar, que se debe fomentar el diálogo entre padres e hijos, pero no cuando la misma menor se enfrenta posiblemente a la peor situación con la que se va a encontrar en su vida, el caos económico que vive España es culpa del capitalismo especulador y por ello reflota a los bancos, el socialismo es la respuesta a los males del mundo, pero politiza las Cajas de Ahorros y así van, los sindicatos no representan a nadie en esta sociedad pero puede tirar a la basura más de dos millones de firmas en contra de la ley de educación ( a eso creo que lo llama talante).

En fin, se acerca la Navidad y la caridad cristiana hace que me recate, pero entiendan los socialistas que no es socialismo lo que este hombre hace ni predica, que no es ecologismo lo que este hombre hace ni predica, que no es feminismo lo que este hombre hace ni predica.

No parece muy respetuoso con la Naturaleza el aborto, ni parece que la píldora del día después vaya a igualar al hombre y a la mujer en las relaciones de pareja. No creo que la misma falta de control que nos llevó a esta situación bancaria y que se ha seguido obviando vaya a ser muy sostenible. Ni creo que los talleres de masturbación hagan mejores ciudadanos, ni creo que eliminar crucifijos o belenes ayude a que las civilizaciones se alíen, pero siempre habrá quien se sienta identificado con estas políticas. Lo único que se les puede exigir es que las llamen por su nombre

lunes, 14 de diciembre de 2009

Prevaricación a cuenta del independentismo

Nunca una campaña publicitaria salió más barata a aquéllos que desean y enarbolan la independencia de España. Un conjunto de Alcaldes y líderes de formaciones antisistema convocaron ayer a unas 700.000 personas (según las normas de nuestro sistema electoral), más, teniendo en cuenta que menores de dieciocho años votaron, para expresar su deseo de independencia del Estado colonialista que es España.

Los instigadores saben que la consulta es ilegal, por supuesto no es ni puede ser vinculante, pero es una plataforma excelente para que los voceros de los independenitistas consigan una fenomenal campaña publicitaria.

A diferencia de lo que opina el PP, no creo que estos partidos y grupos de presión hayan utilizado este mecanismo para forzar al Tribunal Constitucional a cuenta de su no sentencia sobre la Reforma de Estatuto, entre otra cosas porque la consulta lleva programada desde hace meses y nadie suponía entonces que el TC iba a seguir haciendo dejación de funciones. Además, tampoco creo que esta llamada al independentismo ayude a la verdadera causa catalana, que no es la independencia sino la autosuficiencia.

Los catalanes saben que independizarse de España no solo es inviable jurídicamente y socialmente, sino económicamente, que es al final lo que más les importa a sus dirigentes políticos.

Lo que sí desean es la plena autonomía. Es decir, que el Estado siga sufragando los gastos de una política cien por cien autonómica. Yo manejo los fondos generados en Cataluña y además dispongo de unas prestaciones de seguridad social españolas, una defensa española, una lucha contra el delito organizado española y... una liga de fútbol española (no quieren que el Barça juegue contra el Palamós o el Sant Sadurní).

Apelando a unos indefinidos hechos diferenciales y a unos autoproclamados derechos históricos, la clase política catalana prefiere autogestionarse en política interior y relaciones internacionales, pero que el resto de españoles paguen el coste de un Estado fuerte, y utilizan a unos paletos catalanes, muchos de ellos descendientes de jienenses, malagueños o cordobeses, que reclaman para sí que se les reconozca la independencia en virtud de los derechos históricos. Ya me dirán qué Historia es la catalana sin la emigración andaluza, valenciana, balear o aragonesa y sin su pertenencia a la Corona de Aragón, primero y a España siempre despúes (excepto un brevísimo periodo de meses durante la guerra de independencia con Francia, por la que prefirieron ser franceses a españoles, pero nunca independientes. Así, se llamaba a Cataluña la Coblenza del Sur.

Pero al final de toda esta alaraca y despliegue de medios informativos, lo que ha quedado es una fenomenal campaña publicitaria pagada con fondos públicos. Se ha realizado una consulta ilegal a sabiendas con fondos públicos. Todos los catalanes pertenecientes a esos municipios, incluido el 70% que no ha votado, han pagado este esperpento político.

¿Se decidirá alguna fuerza política a denunciar por prevaricación a estos Alcaldes? No lo creo, las elecciones catalanas están muy cerca y nadie quiere asumir ese coste.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Se acerca la Navidad: fuera los crucifijos

Estamos en época de Adviento, estamos preparando la Llegada, la Venida, el Advenimiento, el Nacimiento. Porque cada año este periodo somos capaces de imbuirnos de un espíritu que nos promueve a ser mejores personas: es el espíritu de la Navidad.

Ese espíritu está siempre ahí, lo que ocurre es solo nos acordamos estos pocos días al año. Podríamos ser mejores personas, o al menos intentarlo, todos los días, pero parece que nos reservamos para este momento, como si cada año tuviéramos que renovar nuestro espíritu.

Pero en esta labor personal, otros han decidido que quieren protagonizar el odio, la imcomprensión, han decidido limitar la libertad de pensamiento, de educación, la libertad de credo y las más elementales señas de identidad de un pueblo.

Laicidad no es anticlericalismo, y desde muchas instancias se apela a lo primero pero desde el Gobierno se trabaja por lo segundo y, si bien, en el fuero interno cada uno decidirá, lo cierto es que quienes promueven la laicidad del Estado desde las Administraciones, en muchas ocasiones no pueden evitar transgredir la condición humana y atacar lo más íntimo de las personas,el Gobierno profana el alma de las personas sin que éstas tengan capacidad para defenderse, siquiera para denunciar que están siendo ultrajadas. Ésa sería una obligatoria tarea de quien debe controlar la acción del Gobierno, ¿lo hará?

No lo creo, es una arena a la que el PP ha desistido acudir. Con la excusa de que lo que importa a los españoles es la economía dejará de defender los derechos de las personas. Ahora cuando más rezan aquéllos que más lo necesitan.

Y se puede defender esta causa, se crea o no en ella, porque la causa no es la libertad religiosa, ni de pensamiento, es la injerencia ilegítima del Estado en nuestras almas. Si el Gobierno puede legislar prohibiendo manifestaciones religiosas que en nada cohartan los derechos de los no creyentes, estarán legitimados para legislar sobre cualquier otra forma de pensamiento. Así lo estamos percibiendo con la nueva Ley de Propiedad Intelectual, la Ley de Memoria Histórica, la reforma de Ley del Aborto y las que vendrán detrás.

Mientras el Gobierno soflama con imbecilidades como la economía sostenible para que los dirigentes del PP miedosos se afanen en convencernos de lo obvio, la izquierda sigue trabajando a medio y largo plazo: sobre las mentes, sobre las almas. El PP, con su miopía renuncia a debatir sobre principios e ideas. Es más cómodo no enfangarse los zapatos de charol, ni resfriarse en el helador terreno de la ideología: los ciudadanos solo han dado consentimiento para cuatro años, pero también en esos cuatro años deben ser protegidos del Estado, del Gobierno.

Y ésa es la batalla realmente perdida: la que no se da, la que se renuncia a dar y ello hace que el adversario no solo gane, sino que además no te respeta.

Etado, Gobierno, aquí en España lo msmo da que da lo mismo. Es típico de países donde la izquierda acumula años de gobierno: que se introduce en el Estado de forma tal que, pasado el tiempo, nadie es capaz de distinguirlos. Hacia el pensamiento único: ellos dirán lo que es bueno y lo que es malo, ellos prohibirán lo malo y permitirán lo bueno, ellos deciden, ellos piensan por nosotros, pero yo quiero poder reclamar mi derecho a que mi hijo se eduque en una determinada fe sin tener que estar perseguido por ello, reclamo mi derecho a celebrar un Nacimiento sin que Papa Noel (esa bola roja, seguro que socialista) invada la Navidad para que olvidemos al protagonista de la fiesta, reclamo una cabalgata de Reyes Magos que adoran a un Niño recién nacido, y no una caravana pseudoprogre en la que el protagonista sea el organizador de la marcha.

Mientras Suiza, estado laico, prohibe los minaretes y Turquía, estado laico, se defiende, en España, estado laico, ataca a los católicos para que los no católicos se sientan ¿confortados?¿defendidos? ¿cómo nos debemos sentir los católicos?

España ha dejado de ser católica, ya lo dijo Azaña. Ahora es anticatólica, ya lo dijo ZP.

martes, 1 de diciembre de 2009

La Constitución. o reforma o muerte por mutación

El arma por excelencia para moldear una ley es el requiebro jurídico, la interpretación de la Ley. Qué sería de nosotros sin la interpretación de los Jueces de lo que los parlamentarios, representantes de la voluntad popular, han decidido. la Constitución Española de 78 está sufriendo cambios, pero éstos no se encuentran en el Texto, sino en las distintas sentencias del Tribunal Constitucional, más de 2.200.

Me resulta sorprendente la loa compartida a nuestra Constitución que, a mi parecer, proporcionó dos elementos básicos. Coadyuvó a la convivencia y declaró un excelente catálogo de derechos fundamentales. Sin embargo, ni la convivencia ni los derechos fundamentales son objeto de discusión en el seno de la constitución, sin embargo, las indefiniciones, lagunas y vaguedades no resueltas acerca de cómo se organiza y cómo debe funcionar el Estado, han provocado que el TC emita cien veces más sentencias que, por ejemplo, el Tribunal homólogo alemán, cuyo texto sirvió de referente para el español. El TC no hace más que remendar la Constitución.

No caben demasiadas dudas de que nuestro texto responde a un acuerdo de mínimos acerca de cómo se quiere organizar España y que, no cabe plantear una reforma hasta que esos planteamientos no estén claros, y precisamente en el claroscuro se deleitan los caciques regionalistas. ´

Ni los redactantes ni los votantes acordaron una norma por la que los estatutos de autonomía tuvieran el mismo rango que la propia Constitución sobre determinadas materias, que además tampoco quedaron acordadas en el texto. Y de aquellas lluvias estos lodos. Y es que el lodazal en el que nios encontramos nos priva de dedicar los esfuerzos a lo que realmente es importante, y que no es la organización del Estado, aunque ésta sea necesaria.

Para alborotar y embrollar aún más, nada mejor que inventar vocablos vácíos de contenido, como derechos históricos, hechos diferenciales, derechos de las CCAA o derechos colectivos. Todos reclaman derechos por boca de otros, cuando los únicos derechos reconocidos y que cabe proteger son los derechos individuales. Porque individual es el uso de una lengua, o la libertad de educación, o el acceso a la cultura y cuando se declara la guerra insitucional partidista en la que nos encontramos, los ciudadanos se convierten en los rehenes necesarios de políticos con más pretensiones totalitarias que defensoras de derechos.

Grandes académicos han desarrollado una vasta base de discusión sobre la reforma constitucional, sobre el papel que debe desempeñar la segunda cámara o cómo se pueden designar los miembros de las principales instituciones del Estado, sea ésta la Jefatura del Estado o los más importantes Tribunales. El problema es que la decisión corresponde a los políticos, y más concretamente a las élites de unos partidos cártel que se han metastatizado de tal forma que toda la sociedad gira en torno a decisiones partidistas deseosas únicamente de aumentar la cuota de poder.

Las diferencias entre los sistemas de sanidad, educación, defensa de los derechos fundamentales, la justicia o las prestaciones sociales de las diferentes regiones de España es tan palmaria que si tuvieramos que redactar un texto constitucional que recogiera la realidad actual de España, éste no se parecería en nada a nuestra loada Constitución.

Convivimos con una norma mutada, es decir, cambiada de facto y no de iure, sin la anuencia de ese pueblo soberano al que soberanamente le toman el pelo. Todo se hace en nombre del pueblo, pero el pueblo no decide más que qué partido decide todo por él.

Han pasado más de treinta años, los españoles, la mayoría de ellos saben tomar decisiones y sería recomendable contar con todos los ciudadanos para decidir qué queremos que sea España y cómo queremos organizarnos, si estamos de acuerdo en que existan diecisiete sistemas diferentes o un sistema único aplicado a diecisiete regiones iguales en derechos y obligaciones, si queremos que el catalán sea una lengua de España o de Cataluña o si queremos que un juez pueda juzgar una misma cosa en cualquier parte de España según el mismo ordenamiento jurídico.

La Constitución hoy solo sirve para que cada seis de diciembre algunos se hagan una foro con ella, con la violada, con la ultrajada, pero de reformarla, de adecuarla a la sociedad actual, con su internet y sus delitos globales, con su recién estrenado Tratado de Lisboa y con sus piratas que asaltan España y con su eterno terrorismo, con sus diecisiete televisiones pública y con sus Cajas de Ahorros politizadas, con sus Tribunales bloqueados y con sus no se sabe cuántas policías distintas, con su selección de fútbol y su entrenador de Cataluña, con sus menores obligados a hablar en catalán en los recreos y con su anticlericalismo reclacitrante revestido de falsa laicidad. Esta España no es la de esta Constitución.