jueves, 24 de julio de 2008

Cien días de desgobierno

Hace algo más de tres meses, algunos españoles decidieron que Rodríguez continuara siendo el Presidente del gobierno.

En este periodo he observado cambios importantes en su política, y la causa principal de ello fue sin duda que, aunque parezca mentira, el PSOE estuvo a punto de perder las pasadas elecciones y se benefició de la deriva de IU, lo que lo configura como la única opción de izquierdas en España.

El PSOE ha leído el mensaje y ha puesto pies en polvorosa: ha modificado sustancialmente su política antiterrorista, su política de inmigración y su estrategia de aislamiento del PP y de la Iglesia. Todas ellas le costaron muchos votos en las pasadas elecciones, porque atacaban directamente a las supuestas clases trabajadoras, su voto cautivo.

Mantiene, sin embargo, su política radical de signos, enfocada esta vez, no hacia la Alianza de Civilizaciones, que pretendía enfrentar a los católicos, sino dirigida hacia un manipulado concepto de Igualdad, además, pretende enmendar los errores pasados en política exterior claramente antiestadounidense, y acercarse más a Estado Unidos, Europa y menos a Naciones Unidas, sin faltar los guiños a sus fieles radicales con proyectos de ley de eutanasia, aborto, relaciones con la Iglesia.

Ya no parece que los españoles piensen que ser amigo de Chávez le dé votos, y eso se está notando en su presencia en Latinoamérica. Ya no hay fotos con Lula, con Evo, con Ortega. Esos no le dan solvencia política, y es que la imagen de soledad de España en los foros políticos internacionales le han sentado muy mal al PSOE. Ahora se lleva la foto con Merkel, con Sarko, con Gordon, hasta con Bush si se pone a tiro.

El problema es que sigue fracasando en esas políticas, debido a una mezcla de incompetencia e ignorancia. A ello, hay que sumar la nefasta política económica realizada en la legislatura anterior, que nos ha llevado a ser el país de los de nuestro entorno al que mayormente le está afectando la crisis internacional que padecemos.

Como en Economía los datos son tozudamente claros, los mensajes mentirosos de este Gobierno han dejado de ser creíbles por parte de la ciudadanía y ello va a provocar, sin duda, que intentarán introducir en el debate político, asuntos conflictivos que entretengan a la opinión pública en sus conversaciones cotidianas. La estrategia económica es clara: acostumbrar a los ciudadanos a convivir con la crisis. Cuando uno se acostumbra a ella, la percepción de los errores cometidos será menor, y a ello ayudará que los medios de comunicación necesitan nuevos temas de debate para mantener la tensión informativa.

De este guiso, Gobierno y medios de comunicación salen beneficiados. Así, nuevas fórmulas anticlericales, supuestos nuevos derechos a morir y matar, debates inoportunos sobre igualdad y otros similares, se introducirán en breve en la agenda política, para distraer la atención de todos: medios, oposición, sociedad.

Lo cierto es que la crisis a la que nos enfrentamos es grave, no hay duda. Causará numerosas víctimas, medidas en términos de desempleados, y esperemos que no sea también en vidas humanas. El recorte necesario para hacer frente a la crisis, espero que no se produzca a costa de la seguridad de nuestras tropas en guerra, o nuestros polícías, que son los que terminan pagando con sus propias vidas.

Resulta,como mínimo sorprendente, que el Presidente insista en que no va a reducir el déficit porque no va a recortar gastos sociales: señor Presidente, todos los gastos del Estado son, o deberían ser sociales. Sí, ya sé que en otras épocas socialistas, el dinero de todos se utilizaba para beneficio de los cortesanos del Gobierno, pero en principio, todos los gastos son sociales.

Si por gasto social, entiende usted sanidad, educación, asistencia social, decirle que esas competencias, hace años que están tranferidas, y si se refiere a las prestaciones contributivas y no contributivas, es evidente que no puede, por ley, renunciar a ellas.

Lo que se le pide es que no malgaste, por ejemplo, en bibiliotecas para mujeres, en campañas de autobombo ( en el año 2007 se gastó 700 millones de euros en el lanzamiento de la marca Gobierno de España), en aumentar el número de asesores y altos cargos o financiar ONG´s de dudosa actividad, en no recortar las medidas de seguridad de nuestras Fuerzas Armadas y Policía, en no aumentar la presión migratoria sobre España, en que no le multen en Europa, en no pagar la nómina a terroristas metidos a políticos, en no aumentar la deuda de RTVE, en no ir de compras a Londres a costa del erario público, a no gastarse el dinero en pintar canchas de baloncesto en su residencia de veraneo, en limitar las reformas de los pisos de los Ministros. En fin, dé usted algo de ejemplo, si es que eso es posible: menos gasto social y más conrol presupuestario. Priorice: Justicia, Seguridad, Políticas de empleo, no de desempleo, Defensa,control del fraude laboral y fiscal, y deje usted la Igualdad, la vivienda, la solidaridad selectiva, la propaganda partidista, y el despilfarro en las obras de fomento para mejores tiempos.

Han pasado cien días, y es como si hubiera pasado uno. Piensa usted que seguimos en campaña y prosigue con mensajes propios de las campañas socialistas, esas en las que, según la doctrina Tierno Galván, las promesas electorales se hacen para no cumplirse. Sigue sin gobernar, es decir, sin querer tomar medidas impopulares, pero necesarias. Y aún así, persiste en festejar estos cien días de desgobierno.

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