viernes, 8 de junio de 2012

Soberanía Nacional, cada vez menos nacional

El artículo 1.2 de nuestra Constitución reza... " La soberanía reside en el pueblo español, del que emanan todos los poderes del Estado". Éste es un precepto indispensable en aquellas constituciones que establecen Estados democráticos, que se rigen bajo el imperio de la Ley y que limita el poder de los poderes públicos, a través del Estado de Derecho.
Sin embargo, desde la incorporación de España en el contexto europeo, y a partir, sobre todo del Tratado de Maastrich, España, como el resto de Estados de la Unión, ceden parte de sus competencias, y por tanto de su soberanía, a los órganos comunitarios.
Pero, en la Unión Europea, a nadie se le escapa que los Estados integrantes no comparten el poder igualitariamente, ni siquiera alícuotamente. Alemania y Francia se distribuyen las decisiones más relevantes y que afectan, no solo a la Unión en su conjunto, sino a Estados concretos, como ocurrió con Grecia o Portugal, o ahora con Italia y España.
Es fuera de nuestras fronteras, son extranjeros los que están definiendo la política monetaria, a través del BCE, y son esos mismos extranjeros los que en breve armonizarán la segunda herramienta macroeconómica de que disponían los Gobiernos nacionales, la política fiscal.
De esta forma los ingresos, a través de los tributos, y el nivel de gasto, el nivel de deuda y de inversión, a través de los tipos de interés, serán impuestos desde allende nuestras fronteras. Y lo peor es que, con el prestigio perdido durante la pasada década de infausto recuerdo, España no tiene ni la voz cantante, ni siquiera el segundo coro. España no decide, ni sus representantes ni sus ciudadanos, y en la situación económica que tenemos, en la que necesitamos endeudarnos y nadie nos fía, debemos transigir con lo impuesto desde fuera.
Mientras tanto, los españoles, desolados como no se recuerda, más preocupados por subsistir y por mantener  la dignidad a través del trabajo, no caen en la cuenta de que poco a casi nada podemos hacer.
Pero si algo podemos hacer es exigir a nuestros representantes algo muy sencillo y que solo requiere generosidad y posponer posiciones partidistas para mejores tiempos: necesitamos reforzar la imagen de España, del pueblo español, al que se le vilipendia gratuitamente dentro y fuera del España: desde el Sr. Beteta  a los guiñoles franceses. La oposición debiera cerrar filas, tanto el PSOE como los partidos nacionalistas, deben vernos fuera como una única fuerza, un único Estado fuerte, que sabrá hacer sus deberes, como ya lo hicimos antes. Debemos reforzar el sentimiento de orgullo de ser español, seas de Madrid, de Cataluña o de Galicia. Debemos exaltar a nuestros deportistas que llevan nuestra bandera por todo el mundo, debemos ser respetuosos con España, lo que significa ser respetuoso con nuestro Jefe del Estado o nuestros símbolos, y esto no significa que el Rey deba quedar impune de lo que hacen él o su familia, pero de ahí al insulto o a la agresión, la diferencia es notable, y fuera se interpreta con una jaula de grillos, no merecedores de ayuda, porque "ni ellos mismos se aguantan ni se soportan".
Es el momento de que el Gobierno actúe sabiendo que, en los aspectos fundamentales que tienen que ver con la Unión Europea, la oposición será leal y apoyará la acción del Gobierno aunque no la comparta, porque si no nos vemos fuertes dentro, será imposible que nos vean merecedores de ayuda fuera, y en estos momentos de extendida soledad y tristeza, más que nunca nos necesitamos los unos a los otros, sin disensiones internas que perturben la imagen de España. ¿Que difícil de conseguir con clubes de fútbol más interesados en la política que en el deporte, o en políticos más preocupados por su poltrona que por el interés de los españoles, o de organizaciones más preocupadas en sus subvenciones que en el servicio a los demás?
¡ Qué difícil resulta ser español en estos días!