miércoles, 30 de abril de 2008

La lengua y la crisis de identidad

Esta mañana abundan las noticias que hacen referencia a un mismo aspecto: la política lingüística en determinadas CCAA.
Por un lado, en Baleares, el español desaparece como lengua de la Administración para relacionarse con los administrados. Por otra parte, parece que el PP de Galicia edita su "website" solo en gallego (no vaya a ser que el resto de los españoles entiendan lo que quieren decir) mientras, en Andorra se puede elegir la lengua vehicular entre el catalán, el castellano y el francés.
La lengua es el mecanismo más antiguo, además de los gestos, que permite a las personas relacionarnos. Habida cuenta que el ser humano es un ser social ("zoon politikon" parafraseando a Aristóteles), es fácil deducir la importancia que el idioma tiene en la conducta humana.
Cuando en una comunidad, la lengua es la misma, ésta se convierte en su signo identitario primario y más importante. Si alguien ajeno a la comunidad quiere relacionarse con ella es necesario que comparta su lengua.
Por tanto, la lengua se convierte en un elemento integrador entre las personas que la comparten y un elemento de exclusión de quien no la comparte.
Estamos asistiendo a un ejemplo de integración idiomática con el caso del aprendizaje del inglés. La razón de por qué en España se están haciendo esfuerzos importantes por parte de las familias sobretodo y de los poderes públicos cada vez en mayor medida, de que los niños crezcan aprendiendo inglés surge de la necesidad actual de relacionarnos con la comunidad internacional, que en ámbitos como el científico y el económico utiliza el idioma de Shakespeare. Se trata de integrarnos en una comunidad en el que las relaciones son cada vez más numerosas y complejas, en forma de red, y esto induce la conducta de los españoles.
Cada vez más las empresas se internacionalizan, cada vez más se establecen flujos comerciales, financieros y de capital humano, y cada vez más existe la necesidad de que todos los integrantes de la comunidad internacional compartan un mismo idioma, ya que los costes de aprendizaje de este idioma son muy inferiores al mantenimiento de diversos idiomas, en sistemas informáticos, administraciones públicas, empresas, etc. Esto no es nuevo: la comunidad científica tuvo hace siglos la necesidad de dotarse de un lenguaje propio, de ahí que existan reglas de formulación y nomenclatura de compuestos químicos o se siga utilizando el latín como idioma de clasificación de los seres vivos.
Si esta fuera la única causa por la que deberíamos aprender inglés, ¿para qué necesitamos el resto de idiomas?Olvidemos el castellano, el catalán, el vascuence o el gallego. Todos a aprender inglés y problema resuelto.
Sin embargo, el idioma además de un vehículo de comunicación es un signo de identidad de una comunidad. No es el único, hay otros, como la historia, un espacio geográfico, unas tradiciones comunes y, en definitiva, todos aquellos signos que son capaces de diferenciar a las diferentes comunidades. Es lo que en términos de ciencia política denominamos "nación cultural", a diferencia de la "nación política".
Y ¿qué es lo que ocurre en España para que determinadas CCAA discriminen al español frente a otras lenguas locales? Sencillamente, mientras el castellano coexista con el resto de lenguas, no se producirá una escisión cultural de las naciones, y así Cataluña segurá siendo parte de la nación cultural de España mientras no deje de utilizar el castellano, y por ende el resto de CCAA. se trata de conseguir la nacionalidad cultural, ya que la política ya la han conseguido.
Según la mayoría de los politólogos, las naciones culturales dan origen a las naciones políticas. En este caso, el proceso se produce al contrario. El desarrollo autonómico en España ha sido liderado desde instancias políticas; han sido las diferentes administraciones las que han pilotado que les sean reconocidos determinados vínculos culturales propios para identificarse de forma única. De ahí que desde hace más de un siglo, los catalanes y vascos, pretendan dotarse de una historia propia, de líderes intelectuales, políticos, artísticos propios, de una lengua propia y de símbolos propios (banderas, himnos, fiestas, bailes, comidas etc).
El proceso es artificial, puesto que lo cierto es que las comunidades catalana, vascongada o gallega, no son ajenas a la comunida española. Muy al contrario, son parte importante de ella. Es gracias a ellas, como a Castilla, Valencia, Andalucía y al resto de comunidades por lo que existe España, existe el castellano, existen las tradiciones y símbolos españoles, compartimos idioma, historia, tradición, todos somos parte de una comunidad que es España y España se compone de todas sus partes, y por ello, por mucho que los políticos pretendan crear vínculos de exclusión artificiales, como es la exclusión del castellano por vía administrativa, lo cierto es que la nación cultural española es la principal garante de la nación política española.
Lo que debe hacer, en este caso, el PP, es velar porque esto sea así, porque el sentido de pertenencia a una comunidad requiere un sentido de identidad común, y soslayarlo, es vaciar a las personas de aquello que nos diferencia de los animales.
No parece lógico que, mientras en el extranjero, el Instituto Cervantes intente potenciar el uso del castellano, la misma Administración intente discriminarlo dentro de España. Esto es, sencillamente, el mundo al revés.
¿Y qué se debe hacer con las lenguas locales? Protegerlas, sin duda. Son parte del patrimonio de España. El catalán es de todos los españoles, no de los catalanes. Las tradiciones vascongadas los son de todos los españoles, no solo de los vascongados, la historia de Andalucía lo es de toda España y no solo de los andaluces, los artistas valencianos son artistas españoles.
Y la mejor forma de protegerlos es fomentar su aprendizaje, su reconocimiento y, por parte de la Administración, velar por su conservación y difusión, pero sin excluir al los símbolos identitarios que nos unen (lengua, bandera, historia, tradiciones, arte...), porque eso es empobrecer a las comunidades, y se trata de todo lo contrario.
Por tanto, en mi opinión, no se trata de elegir el idioma vehicular, y mucho menos excluir el castellano de las aulas o la Administración. Cada familia decidirá libremente el idioma "materno", el sistema educativo debe proteger tanto el castellano como el resto de lenguas, porque es nuestro patrimonio, el de todos y a todos nos corresponde protegerlo.
En las escuelas, deben poder convivir el castellano, la lengual local, si existe y el inglés. No parece lógico que la oferta educativa ofrezca la posibilidad de aprender idiomas como el francés o el alemás salvo para aquellas personas que quieran mantener vínculos con esas comunidades, cuando franceses y alemanes, como el resto de Europa, hablan inglés o intenta hablar español, ya que ellos, antes que nosotros, están haciendo los mismo esfuerzos que ahora hacemos de integrarnos de forma más natural en la comunidad internacional. Después del inglés, es el español el idioma que en más países se habla.
Gracias al español, no al alemán ni al francés, las empresas españolas se han podido internacionalizar, empezaron todas por Latinamérica (ahí están los ejemplos de Telefónica, BBVA, Santander, Endesa,Repsol, etc). Si no hubiera sido por el idioma castellano estas empresas no serían lo que son hoy.
El mundo hace esfuerzos por aprender inglés y español, no chino, ni francés, ni alemán. Los japoneses antes que los chinos aprendieron inglés, como lo harán los chinos, pero no me imagino a los chinos, franceses, alemanes o hindis renunciando a su idioma como lo quieren hacer comunidades políticas españolas.
Estimados políticos: protejan nuestro patrimonio cultural. Tengan un sentido holístico del mismo y tengan en cuenta que sus decisiones no les afectarán a ustedes, a salvo de sus decisiones, sino a sus hijos y a los hijos de sus hijos.

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