domingo, 25 de julio de 2010

España: hacia una especie de social democracia de mercado

En España, y mal que nos pese a algunos, o a muchos, nos dirigims directamente rumbo hacia la socialdemocracia de mercado. No encuentro mucha bibliografía, por no decir ninguna, lo que no significa que no exista, referente a lo que pueda significar la socialdemocracia de mercado. Con ella denomino a una forma de extraño rumbo ideológico hacia el que se dirigen aquellos que de forma más o menos directa, rigen la política de este país. Nos encontramos que, a diestra y siniestra, Alcaldes, Presidentes autonómicos y, como no, el inefable, el sancta sanctórum de esta mutación ideológica, el actual Presidente del Gobierno, ejercen las mismas políticas o muy parecidas carentes de cualquier escala diferencial de valores. En prácticamente cada administración debemos preguntar a qué partido pertenece el responsable correspondiente, porque, por sus resultados seríamos incapaces de saber a qué parte del espectro político pertenece el susodicho.

Se trata, en pocas palabras, de recoger vía impuestos el máximo que el cuerpo tributario aguante, para que, en una suicida carrera hacia el "quién da más", por el que aquéllos que pretenden volver a ser reelegidos, ofrecen servicios públicos a la ciudadanía, con más pena que gloria. En primer lugar porque ellos deciden, con esos recursos, lo que se hace, en qué orden se hace, y bajo qué criterio algo se queda fuera de la acción pública, y el criterio no suele ser ni el abstracto "interés general" ni la obligación del cargo, sino, por desgracia y en más casos de los que este sistema democrático debiera permitir, por el rédito electoral que produzca.

Desde la izquierda se argumentaba que había que quitar al rico para redistribuir la riqueza y dar al que menos tiene. Desde la derecha, se argumenta que los responsables son excelentes gestores capaces de ofrecer más con menos, y lo cierto es que, unos y otros, desean disponer del máximo de los recursos del ciudadano, es decir, del resultado de su trabajo o de su derecho (salarios, beneficios empresariales, pesiones, herencias, etc), para hacer de su capa un sayo. Eso sí, ninguno niega que se debe hacer en un entorno de mercado, pero eso sí, más o menos intervenido, pues no todo el mundo es capaz de convertirse en proveedor público en igualdad de condiciones, ¿verdad, Sr Camps, Sr Montilla, Sr Bono, Sr. Blanco, Sres Alcaldes del PP de Boadilla, Las Rozas, etc, etc?.

El problema es que, nuestros políticos, en general y con honrosas, honrosísimas excepciones, no son ni de izquierda ni de derecha, sino un atajo de vividores que tienen como única misión mantenerse en un sillón cueste lo que cueste, porque dejarlo es preguntarse ¿y ahora qué hago, cómo mantengo mi status por mí mismo? y el mecanismo legal más seguro para ello es la recaudación masiva de impuestos para la provisión de los más peregrinos servicios: desde viajes a las playas, hasta spas municipales.

Pondré varios ejemplos: los ayuntamientos, las administraciones más cercanas al ciudadano, los Alcaldes, quienes mejor conocen a sus representados. Ellos saben lo que de verdad interesa al ciudadano, y por ello, da igual que se presenten por el PSOE, el PP o cualquier sigla de partido independiente,todos hacen lo mismo y casi todos igual de mal, fundamentalmente debido a su escasa preparación y muy alto ego. Pero todos comparten una misma ideología: los vecinos les votan a ellos, no a sus ormaciones, y ellos saldrán elegidos si son capaces de hacer más cosas, por inútiles que éstas sean, la menor parte de las veces, hay que reconocerlo, pero el problema es que se convierten en la mayor amenaza a la iniciativa empresarial. Son los Ayuntamientos, sobre todo, los de tamaño medio (entre 5000- 50.000 habitantes) los que se convierten en el principal agente económico del municipio en más casos de los aconsejables.

Señores Alcaldes, ustedes no tienen que pagar instalaciones deportivas, ni subvencionar actividades deportivas, porque si lo hacen no dejan espacio a la gestión privada. Señores Presidentes autonómicos, si se empeñan en construir, dirigir y gestionar centros educativos de enseñanza no obligatotoria (sobretodo de educación entre 0-3 años) impiden a la iniciativa privada que ésta lo pueda hacer.

Y a partir de aquí, a diestra y siniestra, el mismo argumento: los precios públicos.Y que alguien del PSOE o de IU lo haga tiene un pase, por quello de la coherencia política, pero que sean Alcaldes del PP los que lo hagan, clama al Cielo, como si la oferta y la demanda no fueran capaces de regular el justiprecio del servicio. Y si de protección (yo diría intervención) de colectividades se trata, ahí tenemos al PP más feminista, más homosexual, más ecologista, más papista que el Papa (bueno, ahora más musulmán que Mahoma) cuando, oiga, ha sido el liberalismo quien más ha luchado por la igualdad de oportunidades indistintamente de la condición sexual o religiosa, la libertad de conciencia o el naturalismo (naturalismo, dónde quedó uno de los pilares del liberalismo clásico), para convertirnos en pancarteros de eslóganes vacíos de la izquierda, como el feminismo o el ecologismo.

Pero es que así, nos encontramos no con líderes políticos, sino con Mesías que vienen repartiendo dádivas, eso sí, no con su dinero, sino con el de todos nosotros, y ya lo dice el aforismo: El Estado somos todos, pero unos cobran y deciden qué cobrar, cuánto recaudar, en qué y cuándo gastar (el cuanto no hace falta: infinito), y otros pagan, pagan, pagan, y, cada cuatro años eligen al mismo o distinto Mesías pero siempre entre alguno de los siervos de las diferentes glebas políticas. Todo muy democrático, eso sí.