jueves, 16 de enero de 2014

Del aborto y otras cosas: la renuncia a la batalla ideológica

Cuando un partido político que es opción de gobierno, renuncia a su ideología por el simple hecho del rédito electoral que una decisión o aspecto político pueda suponer, ese partido está destinado a su desintegración.
El Partido Popular corre un serio peligro en este aspecto. Centrados en la recuperación económica de España, que no es asunto baladí, renuncian a la batalla ideológica con el resto de fuerzas políticas. Esto se ha puesto de manifiesto, de forma clamorosa, en tres aspectos fundamentales: el apoyo a las víctimas del terrorismo y la persecución de ETA, la defensa de la españolidad en Cataluña y el País Vasco, y el aborto.

En los aspectos más ideológicos que la sociedad plantea en la arena política, el Ejecutivo prefiere un "perfil bajo" de gobierno. Lo peor de esta decisión es que ello se asume para no soliviantar al conjunto de votantes, llamados indecisos, que votan, no por referencias ideológicas sino por razones pragmáticas, pero se está renunciando a un ideario que las bases no toleran, porque, además de la legítima lucha por el poder de los partidos políticos, éstos cumplen con otra función irrenunciable, como es la agrupación de intereses.

En la clasificación típica de formaciones políticas, estamos en una suerte de partidos "atrapalotodo" (all catch party) que buscan que bases más amplias de electorado se sientan cómodos votando a una formación concreta. El problema de "estirar" este apoyo es que, los fieles se pueden sentir defraudados. Ellos que en las buenas y en las malas han apoyado a sus líderes, se sienten ahora ultrajados por la tibieza de sus gobernantes.

Tal es el caso que está ocurriendo, por primera vez desde la refundación del Partido Popular allá por los finales de los ochenta en el Congreso de Sevilla, en la derecha española, y una nueva formación se ha presentado estos días para acaparar ese voto descontento, VOX. Si el Partido Popular no ve el riesgo que esto supone es que no ha aprendido del error de su adversario, el PSOE, cuando aparecieron Ciudadanos o UPyD.

En los últimos meses estamos asistiendo a una acción de gobierno de perfil muy alto en lo económico, renunciando a promesas electorales, como la subida de impuestos, con amplios recortes a los ciudadanos, que no a las administraciones que siguen gastando y endeudándose a la carta, como Cataluña, pero con un perfil muy bajo en lo ideológico.
Todos los españoles, incluidos catalanes y vascones, sabemos que la deriva independentista de CiU no llegará a ningún sitio, de forma legal, pero está sembrando las semillas paa que en próximas décadas se enfrenten la legalidad de las normas constitucionales, con la legitimidad que los catalanes y vascones creen que tienen en sus reivindicaciones, porque nadie les hace ver que la tergiversación de la historia de España y la educación de los jóvenes en el odio al resto de España, no son argumentos suficientes, ni siquiera argumentos válidos, para tales reivindicaciones.

Algo similar ocurre con el aborto: mientras se instale en el debate político la confrontación de dos derechos: el de la mujer a ser madre y el del feto a vivir, algunos pensarán que uno u otro debe prevalecer. Sin embargo, el hecho de que la mujer sea o no madre no es un derecho, sino la consecuencia de un acto previo, en la mayoría de las veces consentido (aunque sea sin sentido), y por tanto no se puede confrontar la inoportunidad de una mujer a que sea madre al derecho a la vida.
Y si, hasta ahora, había un colectivo digno de respeto y de recuerdo, como son las víctimas del terrorismo, el Gobierno, con su ineficaz gestión penitenciaria, y su falta de resolución ante los actos de ensalzamiento terrorista ha vuelto a poner en el disparadero a estas víctimas que ahora sienten su dolor traicionado por aquéllos que juraron defender siempre y en toda ocasión. ¿Recuerdan que hace casi seis meses, Bolinaga salió de la cárcel porque su muerte era inminente?

Tres ejemplos que ponen de manifiesto una estrategia de gobierno, a mi modo de ver, equivocada que prefiere renunciar a sus principios ideológicos fundacionales, para en el corto plazo obtener réditos políticos, como consecuencia de una buena gestión económica, y renunciar a dar la batalla ideológica en el medio y el largo plazo, aunque ello suponga un tiempo para hacer ver a la sociedad que los modelos socialistas ni son mejores para la sociedad ni para los colectivos que pretenden abanderar, como mujeres, homosexuales, ecologistas o intelectuales y artistas, entre otros. Y mejor oportunidad, con mayoría absoluta en ambas cámaras,  con la mayoría de parlamentos regionales y ayuntamientos, con un amplísimo apoyo electoral, no se tendrá en el corto y medio plazo. Se trata, pues, de una oportunidad histórica perdida.