lunes, 12 de marzo de 2012

Entre huelgas y recortes la imagen de España se deteriora

Hacer, a estas alturas, una recopilación, aunque sea somera, de las causas y causantes que nos han llevado a esta situación sería costoso e irrelevante, pero merece una breve reflexión el hecho de que, casi todos los que nos llevaron a esta situación, siguen al frente de sus posiciones, a excepción del Gobierno: empresarios de las principales empresas, élites sindicales, responsables de los órganos de control, magistrados de los Altos Tribunales, élites bancarias, diputados y senadores, regionales y nacionales, Alcaldes y concejales. Casi los mismos que estaban, están.

Todos ellos con recetas basadas o bien en recortes, o en irresponsables algaradas callejeras. Ayuntamientos y Gobiernos han decidido meter la tijera. Ahora se dan cuenta de que mucho de lo que se paga en impuestos, lo debemos emplear en el pago de la deuda y exigen a todos los ciudadanos que muchos de los servicios y prestaciones del Estado se acaban, y apelan al control del gasto. Curioso.

Digo curioso porque, ellos mismos, ese mismo Estado, entendido en este caso, como el conjunto de las Administraciones Públicas (AAPP), fueron los que gastaron en exceso, entrometiéndose en muchos casos en áreas propias de la iniciativa empresarial privada. Y ahora apelan a la responsabilidad, sin recordar que ellos, y no los ciudadanos, fueron los irresponsables.

En estos meses de nuevo Gobierno, la receta es clara: recortar. Y cuando se haya recortado, recortar otra vez. Ello supone tomar medidas impopulares, políticamente suicidas, pero necesarias. Es necesario recortar el gasto público, pero nuevamente la polémica está servida: ¿dónde recortar y cuánto? Sanidad, prestaciones sociales, educación, fomento y obras públicas, defensa, I+D, y todas las partidas serán objeto de recorte. Eso no supone que recortar en educación suponga recortar en calidad de la educación, sino en poner orden y concierto en los desmanes que se producían en esta, como en el resto de áreas. El problema para los dirigentes es decidir el criterio de recorte y la valoración de los servicios públicos. Y este vuelve a ser un hecho curioso.

Los dirigentes han preferido mantener las subvenciones a sindicatos y partidos políticos, mantienen las prestaciones sociales a los inmigrantes ilegales y siguen permitiendo la concesión de la ciudadanía española a personas sin el conocimiento mínimo del idioma, el apego a la nación y un contrato de trabajo, que bien se podrían endurecer.

Mientras, los sindicatos a lo suyo: ¿la defensa del trabajador?No, esa no fue nunca la prioridad de los sindicatos, ya ni siquiera es ser el varapalo del Gobierno. Su único interés reside en mantener su cuota de poder, sus subvenciones, sus horas sindicales a costa del erario público y su papel preponderante y de práctico monopolio, en la gestión de la formación continua y ocupacional. No es que sean irresponsable, son simplemente egoístas y avaros. Los irresponsables son los que permiten esos dispendios. Buen momento sería éste para modificar la Ley de Libertad Sindical, de 1985. Espero ver llegar ese momento.

Las empresas, por su parte, a lo suyo: deshacerse de la "grasa" sobrante y aprovechar el actual marco legal de la reforma laboral para despedir a obsoletos, indeseados y personal altamente remunerado y cada vez menos cualificado. Esto sería aceptable si no es porque las empresas son las que han aceptado mejoras salariales ajenas al cumplimiento de objetivos, a la nula formación del trabajador y la inexistente gestión del talento y de la motivación de los trabajadores. Ahora resulta que la culpa de que el sindicato y la empresa hayan decidido aumentar el sueldo a un trabajador sin exigir a cambio mejoras en el rendimiento, es del trabajador, y no será el sindicalista ni el empresario el que vaya a la calle, será el más débil de la cadena, el de siempre, el que pague el pato de tanto y tanto desmelene.

Bien harían los empresarios responsables recapacitar y seleccionar muy bien quien merece ser despedido y quien merece conservar su empleo, pero eso es pedir más de lo que se espera de alguien cuya mayor preocupación es ahora, blindar su salida millonariamente.

Este Gobierno va proponiendo cosas, reformas que serán positivas y así se están valorando, pero cuántos y cuántos cadáveres quedarán por este suplicio que otros nos trajeron...