martes, 29 de abril de 2008

Democracia y Medios de Comunicación

Parece evidente que un sistema democrático no es aquél caracterizado tan solo por la celebración periódica de elecciones de los cargos representativos.
Además de aquéllas, el sistema debe proporcionar las mismas posibilidades a todos los ciudadanos en plenitud de derechos políticos a que puedan presentarse a esos comicios, acceso a información veraz, etc. Esto desde luego no ocurre en España, y tiempo tendré en ir desgranando las cuestiones propias de un sistema democrático, las carencias que presenta el sistema español y propuestas de mejora.
Hoy me voy a detener en un aspecto fundamental en todo sistema político, democrático o no: la relación de las élites dirigentes con los medios de comunicación, autodenominados independientes.
Se han venido produciendo recientemente situaciones políticas en España que recuerdan otras situaciones pasadas durante el Gobierno Aznar, y si bien cada una de ellas es distinta, sí presentan similitudes que permiten su comparación a los efectos de política comunicativa.
La primera de ellas, por reciente, es el desarrollo del conflicto del secuestro de un barco pesquero español en aguas internacionales. Esta situación la voy a comparar repito, salvando todas las distancias, con el intento de asalto marroquí a la isla de Peregil. Las similitudes vienen dadas porque en ambos casos, fuerzas hostiles acechan la soberanía nacional (hay que recordar que en aguas internacionales, un barco con pabellón español es territorio nacional) y en ambos casos se requirió la presencia de tropas españolas, tratándose por tanto de operaciones militares, y la verdad es que poco más tienen en común, ya que en el caso del secuestro del barco, se encontraban en peligro las vidas de ciudadanos españoles, mientras que en Peregil, solo algunas cabras podían verse afectadas, en un caso, el Estado ordenó las acciones y en el caso del secuestro, las acciones eran decisión no gubernamental. Pero mi interés reside en cómo se han gestionado ambas situaciones con los medios de comunicación, es decir, cómo los poderes públicos han explicado a la ciudadanía las acciones llevadas a cabo.
En el caso de la isla de Peregil, la persona encargada de resolver el conflicto fue el Ministro de Defensa, sin duda ayudado por el Ministro de Asuntos Exteriores. En el caso de los piratas somalíes, se trata de vulgares delincuentes armados deficientemente en un barco que difícilmente aguantaría un mal golpe de mar. Nuestra Ministra de Defensa envía una fragata de la Armada, y ¿cree alguien que estuvo al frente del operativo? No, se encontraba viajando de Afganistán a Líbano resolviendo problemas no menores que diría Mariano, como es el acceso de las tropas a determinados contenidos de internet.
Sin embargo, es el Ministro de Asuntos Exteriores, que no sé con qué Estado ha estado negociando, y la Ministra de Medio rural, que no sé qué banco de pesca protegía, al frente de la resolución del conflicto. No se trataba de un problema diplomático, ni de un problema pesquero. Se trataba de un asunto militar, de seguridad, pero eso no es compatible con el buenismo de este Gobierno, y no podía ser la titular de este Ministerio la que apareciera ante los medios rindiendo cuentas de las gestiones realizadas.
Otras situaciones similares han sido el problema de la carne de ternera en época de Ministerio de Celia Villalobos y el actual despropósito del aceite de girasol, o el problema del Prestige y del barco encallado en la costa malagueña, o la presencia de las tropas españolas en Iraq, en época Aznar, y la presencia de tropas españolasen Afganistán, Líbano, Kosovo, Haití, etc actualmente.
La gran diferencia en la gestión de las crisis estribó en la política de comunicación. Y es que, para este Gobierno, la gestión de las crisis es la gestión de la comunicación.
El control de los medios de comunicación por parte de las élites dirigentes, perjudica gravemente las posibilidades de evaluación de los ciudadanos. Éstos toman sus decisiones en base a una información controlada, que se suministra al antojo del dirigente y que suele llevar aparejados los que podríamos llamar "resortes de defensa política", es deir, presuponer cuál será la postura de la oposición, y tomar medidas que contrarresten estas posiciones antes de que ésta se pronuncie.
Ayer pudimos sistir a un ejemplo de ello. El presidente del Gobierno, no solo no afirmó ni negó el pago del rescate, per exigió de la oposición que no se opusiera. Apeló a que en el resto de países la oposición en situaciones similares siempre está con el Gobierno... ¿Estuvo ud con el Gobierno durante el conflicto de la isla Peregil, o en la del Prestige, o en la presencia en Iraq? No solo no lo estuvo sino que, previamente se hizo una foto con el presidente del Gobierno marroquí delante de un mapa en el que las Canarias pertenencían a Marruecos, junto con Ceuta y Melilla.
Durante otro momento, en un ejercicio de desparpajo impresionante, apeló a la responsabilidad del PP para llegar a un acuerdo en la renovación de los órganos de Justicia (CGPJ), de forma que si no hay consenso, éste se produce por la irresponsabilidad del PP, y así se podría seguir indefinidamente.
Es conocido que una de las principales "armas políticas" de un Gobierno es que fija la agenda política, es decir, fija los temas que serán objeto de evaluación, y lo más importante, deja fuera lo que considera que le puede perjudicar. El papel en este caso de la oposición debería ser justo el contrario, contrarrestar esa agenda contraprogramando asuntos de interés de la ciudadanía que quedan voluntariamente excluidos.
Un ejemplo de esto sería la evaluación de la gestión realizada por el Gobierno Rodríguez con respecto a la violencia en el entorno doméstico. ¿Cuál sería la evaluación de las medidas llevadas a cabo por parte de este Gobierno para combatirlas? ¿Cuál ha sido el rendimieto de las leyes contra este tipo de violencia?¿Cómo están funcionando los juzgados especiales que se crearon para tratar de forma rápida este tipo de casos?¿Por qué ningún medio habla de ello? No es que haya desaparecido el problema, pero sí que se ha amortiguado el interés de la ciudadanía, y por tanto la posibilidad de crítica.
Los ciudadanos evalúan la gestión del Gobierno en función de la información que reciben. Si se controla la información, se controla el sistema. Pero ello implica controlar al informador, y en esto, el PSOE hay que reconocer que es único, no cabe más que recordar quiénes son los Secretarios de Estado de Comunicación para darnos cuenta de que no son políticos, ni siquiera buenos comunicadores: son controladores de medios, y fundamentalmente de medios televisivos.
Hoy por hoy, y aunque Internet ofrece muchas oportunidades para contrastar información, prensa, radio y los medios digitales todavía están muy lejos de tener el impacto que tiene la televisión. la razón es sencilla. En el caso de la televisión, los ciudadanos son consumidores en actitud pasiva, mientras que la búsqueda de información en Internet requiere una actitud proactiva, que casa poco con la idiosincrasia española. De ahí el esfuerzo del PSOE en el control del resto de medios, fundamentalemente televisivos.
El PP, en este tema, ....En fin.

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