viernes, 5 de septiembre de 2008

Nueva Ley de Aborto: progresismo en estado puro

¿Qué puede haber más progresista que dar cobertura legal al asesinato? El Gobierno de España está estudiando, nada menos que con ocho sabios (qué barata es hoy día la consideración de sabio), la modificación de la actual ley de aborto.

Lo primero que choca es la cobertura científica que se le quiere dar al asunto: ginecólogos y psicólogos entre los sabios. Entonces, ¿por qué no depende esta ley del Ministerio de Sanidad? Es bien sencillo: política de signos. Una mujer joven, en edad de abortar si lo desea, debe estar al frente de esta ley, y nadie mejor que la Ministra de igual da. ¿Qué tiene que ver el aborto con la igualdad entre hombres y mujeres? Por desgracia, la única respuesta que se me ocurre es que morirán igualmente niños que niñas y serán obligados igualmente médicos y médicas a asesinar.

¿Por qué soy tan crítico y, sin ambages califico de asesinato el aborto? La clave está en qué considero vida humana. Considero que la vida humana comienza cuando se ha formado un embrión, es decir, cuando existe un organismo celular real con material genético humano que queda implantado en el útero de una mujer. Acabar a partir de ese momento con esa vida constituye el mismo asesinato que si se acabara con esa vida una vez nacido.

Para los que consideren que la vida empieza con el alumbramiento entiendo que no quieran oír nada de plazos legales ni supuestos hipócritas, y veo coherente que pidan aborto libre.

El resto se mueven en la incoherencia y el funambulismo moral. Plazos de dieciséis semanas para poder abortar libremente. ¿Qué significa eso clínicamente, moralmente y socialmente? ¿Qué ginecólogo del mundo es capaz de determinar con exactitud la fecha de concepción? Digamos que es una fecha de común acuerdo, un convenio, supongamos desde la fecha de la última menstruación. Con lo que las dieciséis semanas bien podrían ser dieciocho o veinte, bastará que la mujer diga otra fecha de menstruación o el médico así lo certifique, total, quién lo va a saber. No existe ninguna prueba clínica que certifique la fecha exacta de inicio de embarazo.

Desde un punto de vista fisiológico, ¿por qué dieciséis semanas? ¿qué ocurre en ese momento? ¿El feto ya es persona y un día antes no lo era? ¿Ayer sufría y hoy no? ¿Qué órgano existe a las dieciséis semanas que no exista a las quince y que además sea el determinante para decidir qué es o no es vida?

Desde un punto de vista moral, ¿corresponde únicamente a la madre decidir sobre la vida de su hijo? Sra. Ministra de igual da ¿no debería poder decir algo el padre?¿Es moral, por otro lado, que un ser de dieciséis semanas no tenga derecho a la vida y a las diecisiete sí?

La vida no es un derecho político, ni siquiera es un derecho (sí lo es el derecho a conservarla y protegerla) y por tanto no deberían ser los políticos los que limiten, anulen o coharten ese derecho.

La vida es un don, nos es dada, y no existe ningún ginecólogo del mundo, ni siquiera esos tan sabios que rodean a la Ministra, que tengan la más pajolera idea de por qué se inicia la vida, por qué unos óvulos quedan fecundados y otros no, por qué unos embriones se desarrollan y otros no, por qué unos nacen y otros no. ¿Y tienen que ser los políticos los que vengan a decidir quién sigue viviendo y quién no?

Los políticos únicamente deberían decidir en el caso de que una vida ponga en riesgo otra vida, cualquier otra cosa es una escandalosa intromisión en el Derecho Natural. La vida, como la libertad, no la otorgan los poderes públicos y por tanto no la pueden quitar.

Y por último, desde un punto de vista político. ¿Qué tipo de debate es el que está abriendo la Ministra? Directamente se trata de no debatir, sino de dirigir a la opinión pública hacia el consentimiento tácito. Se trata de mostrar a los proabortistas como víctimas de un sistema anquilosado y mediatizado por la Iglesia y a las organizaciones provida como esclavos intelectuales de los movimientos ultraortodoxos católicos, y sobre todo, convencer a la opinión pública de que esto afecta a los demás no a cada uno.

Por otro lado, nos encontramos con la necesidad del Gobierno de que se hable de otra cosa y no de lo que acucia a los ciudadanos. Hoy no interesa hablar de empleo, no interesa hablar del fabuloso papel que están desempeñando los sindicatos ante la crisis (esto es irónico, qué vergüenza), no interesa hablar de política exterior, no interesa hablar de seguridad ciudadana, no interesa hablar de los pactos bilaterales, a espaldas del resto, del Gobierno de España y el de la Comunidad de Cataluña.

La agenda política, ahora, marca hablar de aborto, eutanasia y relaciones Iglesia- Estado, darle la forma de derechos y confundir e inducir una forma de pensamiento en la sociedad.

Por su parte, el PP no debería caer en la trampa. Exigir que se traten los problemas urgentes de los ciudadanos no excluye hablar de los asuntos importantes de una sociedad. Lo urgente no puede ni debe anular lo importante. Espero que el PP coja el guante y provoque un debate moral en la sociedad, porque de moralidad se trata y la moral es personal e intrasferible, a pesar de lo que el PSOE quiera, y los poderes públicos no deberían legislar sobre asuntos que son propios del Derecho Natural, preexistente al Estado, los políticos y el propio Derecho.

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