jueves, 18 de septiembre de 2008

El nacionalismo recalcitrante: la esclavitud del idioma

Seguimos a vueltas de unos políticos que, más preocupados por su "ombligo" de poder que por el bien y progreso de la sociedad que representan, siguen obsesionados por el adoctrinamiento colectivo.

Cuando en un territorio español se junta un nacionalista temerario y un izquierdista "más papista que el Papa" el resultado no puede ser otro que la destrucción de los cimientos morales de la sociedad. Esto es lo que está ocurriendo con Cataluña.

Cataluña, amén de la población oriunda, está formada por muchos andaluces y extremeños. Personas que pensaron que las oportunidades que brindaba Cataluña presagiarían un futuro mejor que en sus regiones de nacimiento. Así, el tejido poblacional de Cataluña conformaba una interesantísma mezcla de orígenes españoles que hizo de esta región el auténtico motor de la sociedad española, por su excelente visión empresarial y su equilibrado mercado laboral, que les llevó a disfrutar de unas cotas de bienestar desconocidas en el resto de España, y solo ellos eran comparables a otras regiones europeas objeto de sana envidia.

Pero llegaron los políticos, llegó la España de las autonomías y con ella las cuotas de caciquismo regional. Era necesario acaparar cuotas de poder y para ello nada mejor que la política (con minúsculas) para acceder al poder, ya que de otra forma, politiquillos como el incompetente Carod, el adbenedizo y atitulado Montilla o el impúber profesional Saura a los que no se les conoce mayor éxito que sus ascensos en política (con minúsculas), que ninguno de ellos goza de la formación necesaria y que ninguno tiene la más mínima experiencia profesional, éstos, estos sabios del peloteo, la trasgresión, el uso torticero de las normas son los que han conseguido que Cataluña hoy no sepa qué es y a dónde quiere ir.

La forma con la que estos parásitos sociales han destrozado los cimientos políticos de España, y por tanto de Cataluña, ha pasado por esclavizar a las nuevas generaciones a que desconozcan su propio idioma. Dificultan así que los catalanes puedan relacionarse con el resto de españoles, para que los nexos sociales se vayan, poco a poco pero irremisiblemente, diluyéndose.

No seremos nosotros quienes lo veamos. Lo empezarán a sufrir nuestros nietos, y será probablemente la siguiente generación la que sea la víctima de la esclavitud a la que esta caterva de inútiles están llevando.

Sin embargo, ser inútiles intelectuales e incompetentes profesionales no les hace tontos. Ya se encargan ellos de que sus hijos estudien en los mejores colegios privados y bilingües que les eviten los grilletes que están asiendo al resto de la infancia y juventud catalanas.

Sin embargo, ya son patentes los primeros resultados de esta política (con minúsculas) irresponsable: la inversión empresarial huye de una región políticamente inestable en cuanto a la preservación de la iniciativa privada, las universidades catalanas se ven privadas de investigadores de prestigio que se niegan a investigar en catalán, el aumento de funcionarios " a dedo" de nula valía profesional abundan, de forma que hoy es Cataluña unos de los aparatos administrativos más ineficaces de España, eso sí, todos hablan perfecto catalán. Han conseguido que el resto de españoles identifiquen a los catalanes con sus politiquillos, lo que es falso e injusto, como lo demuestra que la propia sociedad catalana, mucho más sabia que sus politiquillos, pasan de ellos y su política (con minúsculas) y son una de las regiones con menor participación electoral y con el menor respeto a su biblia (con minúculas): el Estatut.

No es la preservación del patrimonio catalán (es decir, español) como el idioma, las tradiciones (incluso las políticas y administrativas), la Historia (es decir Historia de España), lo que éstos pretenden. Es algo tan simple y tan antiguo como el poder. Solo en política (con minúsculas) estos personajes obtendrían semejantes cuotas de poder, y ahí están.

Podemos asegurar, sin temor a ser exagerados, que Maciá hay sería un moderado al lado de esta ralea política que asola Cataluña y que tanto está afectando a la convivencia entre españoles.

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