jueves, 19 de junio de 2008

Sobre la crisis económica

Si durante la campaña electoral se hubieran conocido los datos preocupantes que anticipaban lo que está llegando y lo que queda por venir, posiblemente los españoles mayoritariamente hubieran apoyado al PP y no al PSOE para realizar este lastimero tránsito.

Sin duda el Ministro Solbes cuando se enfrentó al debate con Pizarro, conocía qué iba a ocurrir, puesto que, si bien este Ministro por dos veces ha demostrado ser incapaz de actuar en momentos de crisis, es cierto que tiene información veraz. El problema es que no sabe qué hacer con ella.

En el año 96, cuando el PP accedió al poder, lo primero que se hubo de hacer fue pedir un préstamo al consumo a entidades financieras privadas, al tipo de interés vigente, para poder pagar las nóminas de los funcionarios. El problema de tesorería era acuciante, y no solo el déficit público era muy superior al de cualquier país de nuestro entorno, sino que para el resto de países, España todavía era un país de flamenco y toros, con un inmerecido clima que se aprovechaba por la vía del turismo irresponsable.

El trabajo del PP entonces se dirigió, en multitud de frentes, a hacer de España un país fiable para la inversión extranjera, creíble internacionalmente porque era capaz de cumplir con sus obligaciones y, con fuertes ajustes presupuestarios y con medidas nada populares, nos convertimos en la octava potencia económica del mundo en solo ocho años.

Mientras tanto, Solbes hacía un correcto papel en Europa, pero claro, en un momento económicamente muy favorable, y es que con recursos casi todo el mundo vale, hasta Solbes.

Pero llegó 2004, y Solbes regresó, con su halo europeo y con el prejuicio de hombre serio y riguroso, en un momento también favorable en términos económicos. El PP le había dejado la caja llena, las pensiones y su revalorización estaban aseguradas por ley y la principal preocupación de los españoles era el terrorismo. La economía no era un problema para los españoles, más bien era el paraíso de los peor preparados, donde cualquiera era capaz de montar una empresa y ganar dinero, por el impulso de la demanda. Mientras, el Gobierno dormitaba sobre la alianza de Civilizaciones, matrimonios gays y memoria histórica, pero nada se hizo en I+D, formación, materia energética, transportes (el AVE fue dotado presupuestariamente en tiempos de Cascos), agricultura, ganadería y pesca (favorecer la introducción de nuevas técnicas de regadío, aumentar la productividad del terreno, fomentar el cambio en la flota pesquera, etc), y solo se puso descontol en materia migratoria.

Es precisamente en tiempos de bonanza cuando es necesario aumentar la presión fiscal, y no en tiempos de crisis, precisamente para sacar del mercado capital del consumo y evitar lo que ha sucedido: aumento del IPC descontroladamente, y calentamiento de la economía.

En marzo de 2008, tanto Rodríguez como Solbes vaticinaron el fin de la escalada de los precios, el fin de la subida de tipos de interés y el fin de la destrucción de empleo, y con esas afirmaciones se presentaron a los comicios que terminaron ganando.

Creo sinceramente que nos mentían. A Solbes se le puede llamar incapaz, pero no tonto, y a partir de ahora también se le puede llamar mentiroso. De Rodríguez lo sabíamos, pero al Vicepresidente se le presuponía el rigor.

Ahora todo el mundo se acuerda de las energías alternativas, incluso se reclama la vuelta a la inversión en nucleares, se piden alternativas al transporte de mercancías por carretera pero se exige mantener las asistencias sociales actuales, aunque ya estamos oyendo que, será necesario aumentar la edad de jubilación, aumentar la jornada laboral, y limitar el acceso a los inmigrantes.

Es decir, como medidas de choque a una crisis que cada mes hace el día a día más difícil, se proponen medidas estructurales de largo recorrido con un importante esfuerzo inversor. Estas medidas se debían haber adoptado antes. Ahora, el Estado tendrá que hacer frente a una mayor presión sobre recursos a corto plazo para el pago de desempleos, actualización de pensiones como consecuencia del incremento del IPC, ah, y la publicidad institucional (700 millones de euros en 2007, que los podemos comparar con los 500 millones de euros en cuatro años que España aportará para ayudar a errdicar el hambre en el mundo: eso es solidaridad).

Se argumenta el precio del petróleo y la crisis de crédito de las entidades financieras americanas como las causas de la crisis. Por supuesto, España es una víctima más del capitalismo irresponsable americano o el aumento de la demanda de petróleo de China e India.

Sin embaro, el precio del petróleo se sigue fijando en dólares, mientras que España sigue pagándolo en euros, y hoy el cambio es 1$= 1,5 euros. En tiempos de Aznar 1euro= 1,5 $. Por su parte China e India, lleva aumentando a este ritmo la demanda desde hace treinta años, y en cuanto a la supuesta crisis de financiación, en España se habían concedido créditos por un valor cuatro veces superior a la capacidad de endeudamiento.

Que hay crisis es evidente, que los gobiernos pueden limitadamente actuar es cierto, y que en la adopción de medidas, un Ministro se puede equivocar es obvio, pero no es menos cierto que es imposible mantener esta absurda situación de negar la mayor, y para apoyar la premisa, nada mejor que la inacción para dar idea de que las cosas mejorarán. Y seguro que saldremos de esta crisis, más tarde o más temprano. Los que queden por el camino serán efectos colaterales culpa de este capitalismo abusivo. Entonces, cuan redentor bajado de los cielos se presentará Rodríguez para anunciar el final de la crisis y el adviento de un nuevo tiempo socialista.

Volvemos a la política de los signos: el llamado diálogo social, España se postula para la próxima cumbre de la FAO y las múltiples mesas y foros multitodo, para enmascarar la incompetencia de quien debe manejar el mayor presupuesto de España, y es que este Presidente no puede tomar medidas económicas simplemente porque no sabe, es nada menos que un ignorante. Y lo que es peor, un ignorante con prepotencia. Y los españoles le hemos dado esa responsabilidad, qué irresponsabilidad.

No hay comentarios: