viernes, 31 de octubre de 2008

La Monarquía republicana la monta

La progresía izquierdista está que trina. Pilar Urbano ha encontrado lo que cualquier izquierdista desea, que otros le hagan ganar dinero, mientras los adalides defensores del pensamiento único protestan por las confidencias de la Reina a la periodista acerca del aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo o la eutanasia.

Por alguna extraña razón, y siempre que la opinión de la Casa Real no coincida con los intereses de la izquierda, los Reyes deben estar callados. Ya se sabe, no siempre llueve a gusto de todos. Sin embargo, el hecho, ridículo por su valor práctico, me lleva a reflexionar sobre el papel de la Monarquía en España en la actualidad.

Tres son los argumentos que me llevan a mantenerme proclive a aceptar lo que la razón me arrebata. En primer lugar, y debido a las tensiones disgregadoras provocadas por el sistema político español, y que es único en el mundo, solo la Monarquía, la selección española de cualquier deporte, en especial la de fútbol, algunos deportistas, y el jamón y la tortilla de patatas son los únicos elementos comunes que nos quedan, por lo que renunciar a uno de ellos, hoy día me parece un lujo que no nos podemos permitir.

En segundo lugar, es necesario promocionar la marca España, y cada vez que lo hace Zapatero, tiene repercusiones negativas para España. el Rey aún mantiene más o menos intacto su prestigio internacional, al contrario de lo que ocurre con el Presidente del Gobierno.

Y en tercer lugar, porque ¿cuál sería la alternativa, la república? Nuestra experiencia anterior, y han sido dos en los últimos ciento cincuenta años, es que después de una breve República se produce un pronunciamiento militar o un golpe de Estado, por lo que hasta que no exista mejor alternativa, y hoy por hoy eso queda lejos de producirse, no tenemos otra opción ortodoxa. Siempre quedan los experimentos, como el que anuncia la Reina: la monarquía federal.

Me encuentro en una suerte de situación cercana a la que obsesionaba a Maquiavelo, que era republicano convencido, pero anteponía la unificación de Italia a su pasión por el republicanismo, lo que hizo que, en la medida de sus posibilidades ayudara al Príncipe a dirigir Italia de la mejor manera posible, con el objetivo de preservar la identidad de Italia. Ése es el objeto principal de su obra El Príncipe.

Yo todavía no me encuentro en esa tesitura de reflexionar acerca de si soy o no republicano o monárquico, pero me preocupa mucho la deriva intelectual y el escaso sentido de Estado que algunos de sus responsables están teniendo.

La Reina incita a la Monarquía federal, nuevo modelo de estado; el Príncipe de Asturias, ajeno a los asuntos militares se casa por la Iglesia con una periodista progre de izquierdas que, en términos eclesiásticos, vivió amancebada y por tanto en pecado mortal hasta que se divorció legalmente, y que queda lejos de abstenerse en la intervención de la opinión política de los españoles, apareciendo en las cadenas amigas y relacionándose siempre con los mismos periodistas; la Infanta Elena, en un alarde de estiramiento del vocabulario y la semántica españolas interrumpe temporalmente su convivencia conyugal, ¡ y después nos asombramos de que Zapatero no llame crisis a la crisis!

Y por último el Rey, que ha quedado como el secretario becario del Presidente del Gobierno, de forma que se ha cargado el objetivo fundamental de la Monarquía que era asegurar una permanencia ajena a la disputa política, siendo, en palabras del propio Presidente del Gobierno, y nunca desmentidas por él, un monarca muy republicano. Preocupa la quema de fotos del Rey y no preocupa que el Rey no pueda pisar suelo vascongado. Se molestan cuando la publicación El Jueves los caricaturizaron, pero el Príncipe de Asturias todavía no ha pisado suelo norteamericano desde que Zapatero es Presidente, mientras estoicamente soportó que Chavez insultara a España en su presencia desde los balcones de su palacio presidencial y aún no ha visitado las tropas que se encuentran en guerra (o en misiones de paz armados hasta los dientes y repeliendo ataques enemigos, según el nuevo vocabulario socialista).

El revuelo montado tiene efectivamente un ganador claro: felicidades Pilar Urbano.

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