martes, 3 de marzo de 2009

Yo estuve allí: no eran tiburones, eran boquerones

El pasado domingo 1 de marzo tuve el orgullo de ser apoderado del Partido Popular en un colegio de San Sebastìán. Desde Madrid partíamos más de trescientas personas con la inseguridad e ignorancia de lo que nos íbamos a encontrar y cuál sería la reacción de los nacionalistas a que los "extranjeros españoles" acudieran a unos comicios que ellos entendían que solo competía al País Vasco.


He de decir que la compañía de Rodrigo Rato, o de Luis Peral, Eva Durán, y otros muchos diputados regionales y cincuenta jóvenes de "Nuevas", fue motivadora y nos levantó el ánimo, que ya iba alto.


El día fue intenso, nuestro ánimo imperturbable y estábamos preparados para cualquier situación. Previamente habíamos sido informados sobre las particularidades concretas de las elecciones vascas, como el intento de "los de siempre" para votar con el ilegal DNI vasco o la presión a la que someten a los miembros de las mesas. Pero la realidad superó ampliamente la ficción.


Para empezar, el colegio no disponía de censo electoral, por lo que los ciudadanos que no recordaran o no tuvieran la tarjeta censal no podían buscar qué mesa les correspondía. En su lugar, el ayuntamiento de San Sebastián puso a una señorita que, previa identificación, te informaba de la mesa que te correspondía.


A las 8.30 las mesas debían estar consituidas, pero en algunas de ellas fue imposible. De los nueve miembros convocados (un presidente y dos vocales con dos suplentes por cada uno), solo había un vocal en una de ellas. Hasta las diez de la mañana no pudo empezar en esa mesa la votación, que fue cuando la policía vasca localizó y "trajo de las orejas" al presidente y vocal. Estaban realmente asustados.


A las nueve de la mañana cuando el resto de mesas se abrieron, entraron en el pequeño local donde se encontraban las cinco mesas electorales cerca de una veintena de proetarras que permanecieron dentro del mismo para comenzar su particular "presión".


A las nueve y diez, ya estaban las cabinas llenas de papeletas de la ilegal D3M y eliminadas las papeletas del PP y UpyD. Tras mi denuncia correspondiente comenzó la polícía vasca a identificar a los proetarras y a la detención de la "¿persona?" que ilegalmente colocaba y destruía papeletas.


A continuación, el circo. La policía vasca desapareció del colegio y solo apareció a las siete y veinte de la tarde, excepto dos momentos a las tres de la tarde, (que aprovechamos para que nos escoltaran para que fuéramos a comer) y otro momento posterior de cinco minutos.


Y allí estábamos los tres apoderados del PP, dos de UpyD , dos de EB y varios interventores de PSOE y PNV. Estos últimos fomentando la presión de los proetarras para que votaran con el DNI vasco. En las mesas que yo controlaba, no pudieron votar con ese documento. Ya iba "ganado amigos".


Ante nuestras denuncias, recibimos sus improperios, insultos y amenazas por parte tanto de los proetarras como del PNV y el consejo de un interventor del PSOE fue que me tranquilizara, porque, ..."podría salir (yo) de allí de un bombazo".


Como respuesta, aumenté la virulencia de mi firmeza para que se cumpliera la ley electoral y no permití que nadie votara ilegalmente en ninguna mesa, pero eso fue solo el principio.


Durante todo el día, y cuando conseguí que los proetarras salieran del colegio, unas ocho o diez ¿personas? hicieron una especie de guardia a las puertas del gimnasio donde se celebraban las elecciones pero dentro del recinto del colegio, de forma que me insultaban, amenazaban e intentaban amedrentarme. Cada vez que ellos avanzaban un paso, yo avanzaba otro. Tenía la impresión de estar en un acuario rodeado de tiburones, y la policía vasca no estaba allí. Ese tira y afloja durante todo el día fue agotador, pero revelador de su cobardía.


Al cierre de las mesas, la Ley indica que el colegio se debe cerrar, realizar el recuento del voto por correo y que los miembros de cada mesa voten, y una vez concluido, se vuelven a abrir las puertas, puesto que el recuento es público.


En esta ocasión, las puertas estuvieron cerradas con los proetarras dentro mientras que la polícia vasca fuera con la orden de que solo podían entrar si el presidente de una mesa se lo pedía. Todos fueron amenazados de que no lo hicieran. Yo les insistía en que si se sentían amenazados, pidieran la presencia policial.


Estábamos tres apoderados del PP y dos apoderados de UPyD defendiendo que el voto por correo se introdujera en las urnas. PNV y los proetarras querían directamente destruir ese voto que venía de los fascistas españoles. El PSOE calló cobardemente, y EB (Izquierda Unida) calló como si no fuera con ellos. Conseguimos que el voto fuera contabilizado.


Al final de la votación, los proetarras pretendían que los votos nulos fueran desglosados para que se contaran los votos de D3M. También me negué. El resultado fueron insultos, amenazas y la comprensión cómplice de los interventores del PNV.

Para entonces, yo ya estaba crecido. No admití que se incluyera ninguna incidencia acerca de los votos nulos, y mirando fijamente a estos energúmnos no tuvieron más remedio que salir por la puerta con el rabo entre las piernas y sin saber cuántas papeletas había entre esos votos nulos.

Comprobé que no eran tiburones. Eran boquerones.

Es necesario reconocer y agradecer lo que las personas que no piensan como ellos deben sufrir cada día. Yo lo sufrí solo un día, pero vivir así es vivir a medias, y es necesario que se les ayude, se les comprenda y hacer ver que las víctimas no son los aberchales, ni los nacionalistas, sino aquellos que, por pensar diferente tienen negado el derecho a opinar, a expresarse, como se puede hacer en cualquier otro lugar de España. Desde este rincón, mi mayor reconocimiento y afecto.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Enhorabuena y es una pena que todas esas cosas no salgan en los medios, sobre todo en el País Vasco.
¿Hasta cuándo aguantaremos esta situación?

Anónimo dijo...

Que esperabas... ¿qué os recibiesen con los brazos abiertos? A los vascos no les gustan los violentos.

Anónimo dijo...

Estaras orgulloso de participar en la farsa del pucherazo ese.