miércoles, 10 de diciembre de 2008

Muera el Borbón, pero cuando Dios quiera

El dirigente de ERC, Tardá, no tuvo mayor ingenio que alborotar a las jóvenes masas izquierdistas catalanas pidiendo la "muerte del Borbón". No pidió la muerte de la Monarquía, petición legítima y más viniendo de un republicano, sino directamente la muerte del Rey.

Bien es cierto que, demostrando una valentía fuera de toda duda, rápidamente se excusó apelando a la razón histórica, y reclamó un grito que se rezaba a comienzos del siglo XVIII cuando Felipe V sancionó los Decretos de Nueva Planta que lesionarosn los derechos nacionalistas catalanes, pero lo cierto es que la proclama de Tardá nada tenía que ver con ese hecho y sí con el grito de fuera la Monarquñia y venga la República, el problema es que a un terrorista enseguida se le ve la vena tiránica, y le salió por su boca la muerte de la persona y no la de la Institución.

Más allá del argumento republicano que bien podría escribir Tarda, si supiera, para el sosegado y necesario análisis de la benevolencia de este tipo de régimen frente a uno monárquico, lo reseñable en este caso, es la imprudencia temeraria de un diputado a Cortes.

Tratar de soliviantar a una pandilla de majaderos incultos, más necesitados de aprender a leer y a escribir que de recibir adoctrinamiento callejero, es un ejercicio que desde luego no busca ni la concordia ni la convivencia pacífica, ésa que ellos mismos dicen defender.

Y lo peor de la cuestión es que esta ralea política tiene responsabilidades importantes de gobierno en una Comunidad Autónoma también muy importante por su proyección nacional e internacional, y el ínclito President aún no ha dicho esta boca es mía, seguramente porque comparte los puntos de vista de aquél.

Pedir la muerte del Rey, no puede salir gratis en España y otra vez asistimos a la aquiescencia cómplice de la Casa Real, más preocupada por la popularidad de sus Jefes que del interés de España.

Hablar de palabras desafortunadas, imprudencia o malas formas, no es más que una forma de disculpar al niño travieso de la Esquerra, ya se sabe, son así, pero se oculta la complicidad de pensamiento y la publicidad gratuita de un planteamiento que muchos aceptan y pocos se atreven a debatir.

No es miedo, es cobardía política lo que abunda en España.

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