miércoles, 19 de noviembre de 2008

Y ahora la industria automovilística

Y es que parece que las empresas que viven de la economía real también tienen problemas. Las fábricas de coches están a través de la reducción de empleo, haciendo frente a la crisis de consumo que padecemos.

El problema para el Ejecutivo se sitúa en dos ámbitos: por una lado la ayuda directa al sector, que no tiene por qué ser menos que el financiero, y el segundo el de las obligaciones asistenciales como consecuencia de las pérdidas de empleo.

Empiezan a dejarse oír voces que claman por medidas que favorezcan el consumo, la más importante la del propio Presidente del Gobierno, sin embargo, por ahora lo único que hacen las administraciones es predicar con el ejemplo: son ellas las que consumen a "manos llenas" (la última conocida es el coste dedicado a adornar la sede de Naciones Unidas, gasto oportuno y necesario donde los haya).

Ante semejante despliegue de medios, la displicencia de la opinión pública no se hace eco de esas declaraciones, entre otras cosas, y creo que la más importante, porque nadie confía en el futuro próximo, es decir, y ateniéndonos a los últimos datos publicados por el CIS, la gran mayoría de los españoles piensan que mañana estarán peor que hoy, y ante esas perspectivas lo mejor es quedarse quieto, lo que repercute negativamente en el consumo.

El descenso en la venta de coches viene precedida en el descenso de la venta de casas porque son los elementos que más comprometen financieramente a las familias y, desde el punto de vista del Ejecutivo, determinadas medidas estructurales deben ser tomadas para favorecer el clima necesario para incrementar el consumo y la inversión (casa y coche no son unidades de inversión, sino de gasto puro y duro).

Entre las medidas estructurales me centraría en la necesaria modificación de la legislación, que permita modificar la financiación de los Ayuntamientos, responsables de habilitar suelo para la construcción. Éstos no pueden seguir dependiendo de la especulación urbanística (y me refiero a la legal) para financiar las políticas y servicios locales, es decir, los Ayuntamientos no pueden poner esos precios sobreponderados al suelo municipal.

Por otro lado, la vivienda debe ser regulada por el mercado, no por las administraciones, como ocurre sobre todo en Madrid, donde se subvenciona excesivamente la compra de vivienda. Cuando los afortunados obtienen una vivienda, en muchos casos deben renunciar a ella porque los bancos no conceden tan alegremente financiación como antes, lo que es sin duda una garantía de descenso de la mora en el futuro. Yo tampoco prestaría dinero a cualquiera si mi negocio dependiera de ello.

Por otro lado, es necesario dotar a las empresas de mayor flexibilidad para adaptarse a las coyunturas del mercado. Mucho se habla de las personas que van al paro, pero muy poco de las empresas que cierran o quiebran, y es que una sobreprotección del empleo puede provocar la defunción de la empresa, tal y como está pasando en estos momentos.

Aumentar la renta neta disponible de las familias es otro elemento a tener en cuenta con el fin de que éstas dispongan de la liquidez suficiente. El problema es que el exceso de liquidez se vaya al ahorro bien remunerado y no al consumo, por lo que es neceario instar a la bajada de tipos de interés, precisamente para penalizar el ahorro y favorecer el consumo y la inversión.

Y, por último, es necesario terminar con la crisis de confianza, y en esto los culpables mayores del Reino, y del resto de reinos, lo constituyen los líderes políticos, que un día sí y otro también, toman decisiones que permanentemente requieren revisión, modificación o anulación (política de "prueba y error" ya comentada en otra entrada). Lo del G-veintitantos merece atención aparte.

Sin embargo, parece que la clase política española prefiere adherirse al despifarro (los datos de gasto del Ministerio de Fomento en autobombo y jardinería son sangrantes) que raya en lo obsceno, como lo comprometido en la famosa cúpula de NU en pos de no se sabe muy bien qué Alianza de Incivilizados.

Como dice el refranero: Haz lo que digo y no lo que hago, que diría nuestro Presidente

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