miércoles, 4 de noviembre de 2009

Cuando el poder somete a la ideología

Se acerca el proceso de enmienda y aprobación de los presupuestos para el próximo año en todas las administraciones en un ejercicio especialmente complicado para los que tienen que defender su propuesta. Los ciudadanos están a límite de sus posibilidades y son los que sostienen el sistema a través de los tributos y el año que viene es el último de la legislatura municipal.

Y es en esta situación donde los políticos van a dar la medida de su capacidad para anteponer su natural propensión a la recaudación para ofrecer cada vez más servicios en una estúpida espiral de oferta electoral a las necesidades reales de los ciudadanos.

Me centraré en el caso municipal, por aquello de la cercanía de las elecciones y su impacto en estos presupuestos.

Sin duda todos nos sentimos orgullosos de los servicios que presta nuestro Ayuntamiento, y también es prácticamente generalizada la "sana" envidia que sentimos por los servicios que municipios cercanos prestan y no lo son en el nuestro. Más insana parece la coletilla "solo para empadronados" que te hace sentir distinto del resto de los mortales, algo así como "je, je, esto es solo para mí".

Sin embargo, a nadie se le escapa que los servicios municipales deben ser sufragados de alguna forma, y las fuentes de ingresos más importantes, que no las únicas, son los tributos municipales, las transferencias de la Administración Central, y las inversiones, fundamentalmente por parte de las CCAA, como puede ser el plan PRISMA de la Comunidad de Madrid.

El primer problema es que las trasferencias estatales se han reducido y las inversiones regionales también, como consecuencia del parón económico y recesión que sufre España, aumentado en sus resultados por la fatal gestión socialista, lo que incide directamente en los presupuestos municipales.

El segundo problema es que la coyuntura económica actual coincide en el tiempo con el último presupuesto que se hace antes de las elecciones municipales y, claro está, todos los ediles quieren presentarse en el 2011 con una oferta de servicios y obras, normalmente inauguradas durante el 2010, que supera en mucho las competencias atribuidas en la ley de bases del régimen local de 1985, que están ampliamente superadas y exige modificación, lo que mediatiza, seguro, el presente presupuesto.

El tercer problema es el más grave y es consecuencia de lo anterior. La tendencia en España desde hace unas décadas es que, en cada cita electoral los partidos entren en una competencia del tipo "y yo más", por el que se comprometen a hacer cada vez más cosas, lo que lleva a una espiral de gasto creciente en todos los ayuntamientos.

Y la ecuación está casi completa: menos ingresos por trasferencias, más gasto corriente, implica necesariamente subir impuestos.... o no, necesariamente.

Aquí es donde hace su aparición la ideología política de cada partido y la grandeza política del edil a la hora de establecer prioridades toda vez que se han cumplido las obligaciones contraídas. Si bien venimos de una coyuntura política propicia para que los ayuntamientos aumentaran la oferta de servicios porque era factible subir la presión fiscal del contribuyente, hoy el modelo de flujo circular de la renta, que es el que se ha demostrado correcto en la práctica, sugiere que la presión fiscal disminuya para que la renta neta disponible de las familias aumente y pueda aumentar el consumo. Es decir, fomento de la política económica expansiva.

Desgraciadamente el Presidente Zapatero no debe concer este modelo económico y ha decidido aumentar en dos puntos porcentuales el IVA y aumentar el coste de mano de obra directa de las administraciones (subir el sueldo a los funcionarios), y hasta que la inversión y el consumo no aumenten no parece que las CCAA puedan aumentar sus inversiones municipales, por lo que, en un ejercicio de coherencia económica, lo que le toca a los ayuntamientos es congelar o, mejor, disminuir la presión de impuestos y tasas municipales, habida cuenta que el IPC rondará este año el 0 o el 1%.

La disyuntiva es clara: bajar impuestos para favorecer a los ciudadanos a los que sirves o aumentar la presión tributaria para presentarte a las elecciones con nuevos servicios. Aquí se verá hasta qué punto las ansias de permanecer o de llegar al poder pueden con los principios políticos que, de boquilla, se defienden, en el caso de los candidatos del PP que públicamente han pedido la reducción de impuestos.

Que cada Alcalde responda ante su conciencia y sus ciudadanos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

subida del IVA solo afectara a los ayuntamientos mal gestionados Afecta la subida del IVA a los gastos de personal... NOOO. Afecta simplemente a los servicios subcontratados... porque las oposiciones no dejan comisiones a los alcaldes o concejales corruptos, pero las adjudicaciones sí.