sábado, 16 de agosto de 2008

La importancia de la familia en el ámbito político

Desde un punto de vista sociológico, los grupos sociales se clasifican en grupos primarios y secundarios.

Las características principales de los grupos primarios son: el tamaño, pequeño para que sean posibles las relaciones cara a cara, el tipo de relaciones han de ser personales, próximas, íntimas y de conocimiento mutuo, en tercer lugar, es necesario que sus miembros se identifiquen como parte de un grupo delimitado, concreto, que permita hablar de "nosotros", y por último, el grupo es importante para todos sus miembros, lo que permite fijar objetivos y fines comunes.

A partir de ahí, es fácil identificar los grupos secundarios, como complemento a uno, de los grupos primarios, es decir, todas aquellas relaciones sociales que no cumplen estas características. Ejemplos de ambos tipos de grupos serían la familia y la opinión pública de una nación.

George Homans (El grupo humano) reflexiona sobre la correlación que existe en la decadencia de las diferentes civilizaciones y el fracaso de la organización de las formas de relación social básica. Su importancia es crítica en el desarrollo social de una comunidad.

En los últimos tiempos, estamos asistiendo indefectiblemente, a un ataque concienzudo a la familia, como vehículo de transimisión de valores, tradiciones, costumbres, a través de la sustitución del papel de la familia por parte del Estado.

Los valores predominantes hoy en España, están más cerca de lo que la opinión pública consiente y acepta que de lo que se establece en el seno familiar.

El escaso tiempo que los miembros de la familia comparten, fundamentalmente por los horarios laborales de los progenitores, impide que sea posible esta transmisión de valores, de forma que los medios masivos de comunicación y los centros educativos, se han convertido en los referentes morales de España.

El PSOE lo sabe, lo potencia y lo desarrolla a la perfección. De esta manera y no de otra controla la sociedad española, y lo que es más grave, aunque no gobierne, consigue que el PP o cualquier otro partido con responsabilidades de gobierno, lo haga de acuerdo a valores y parámetros claramente socialistas.

Un ejemplo paradigmático de lo que digo lo sitúo en la salida masiva de la mujer al mundo laboral. No es que esté en contra de que la mujer trabaje, ni mucho menos, nadie en su sano juicio lo está (ninguna sociedad puede permitirse el lujo de perder más de la mitad del potencial humano), pero cuando se tienen responsabilidades familiares, el desarrollo personal profesional, debería, como mínimo, ser una elección personal, frente al cuidado de la familia. Hombre y mujer deberían anteponer el cuidado de sus hijos y sus mayores, como principal unidad sociológica, al mero impulso de ganar dinero para mejor consumo.

En este sentido, la mujer ha sido esclava de sus propias reivindicaciones y hoy es muy difícil que una mujer pueda decidir trabajar para otros o trabajar para su familia. Mucho menos decidir sobre los horarios de trabajo, o sobre la posibilidad de dejar temporalmente de trabajar fuera del hogar (aplíquese de igual forma al hombre).

Así, el PP en muchos sitios donde gobierna, impulsa medidas, falsamente liberales, dirigidas a las madres trabajadoras, como la ampliación de los horarios lectivos en los centros educativos, de forma que niños de nueve meses, o tres años, o siete, pasan de diez a doce horas de lunes a vienes durante once meses al año en el centro escolar. Qué difícil es educar así a un hijo.

De ahí, que sean los centros de enseñanza los que se encarguen de la educación de los hijos, transmitiendo valores que no tienen porqué coincidir con el de los padres, pero éstos están indefensos ante ello, y lo mejor es cerrar los ojos y compartir esos valores: así la autoridad progenitora, como la ausencia de comunicación, como las reglas básicas de comportamiento en sociedad han dejado de ser tarea de los padres y convertirse en tarea de educadores.
¿Cómo puede un padre o madre "enseñar a comer" a un hijo, si normalmente come en el colegio o solo?

Cosas del día a día escapan del control de los padres porque ya vienen impuestos: la edad para llevar un móvil, el horario de vuelta a casa, la edad para empezar a salir, el número de horas para jugar con la videoconsola o qué programas ver en la televisión, o elementos de mayor trascendencia: la edad para iniciarse en las relaciones sexuales, o el tabaco, o el alcohol, la edad para sacarse un carnet de conducir, la supuesta intimidad de los jóvenes, en los que los padres son los últimos en enterarse de los posibles problemas que puedan acechar a los hijos. Todo ello, escapa al control de unos padres, más dedicados a conseguir un determinado nivel de vida impuesto, que a la preservación de la unidad familiar.

Esto le interesa al PSOE. Es la forma de inducir un pensamiento único conforme a los valores que ellos definen como buenos y desterrar lo que ellos consideran malo. De esto, lo peor no es la definición en sí de bueno o malo, sino la privación de libertad que ello supone. Y ésta debe ser la moderna ideología liberal, no abrir doce horas al día, once meses al año una escuela infantil, sino la libre elección del modo de vida que se quiere llevar, la libre elección del tipo de educación que se quiere transmitir, el libre pensamiento sobre lo que es bueno o malo. Un padre o madre no deberían sentirse culpables por pensar que la homosexualidad, bisexualidad, o las relaciones sexuales a edades tempranas, o la promiscuidad, o el divorcio a las primeras de cambio, o el aborto, o la eutanasia son buenos o malos, consentirlo o no. Esa es una decisión personal, dentro del ámbito de la responsabilidad familiar, y a eso los socialistas no están dispuestos a renunciar.

Son valores denominados morales, en los que los socialistas no tienen prejuicio en entrar e imponer sin ambages, mientras el PP considera que en ello no debe interferir, y mucho menos desde el Gobierno. Correcta visión, pero sí debe denunciar que otros lo hagan y facilitar la libre elección.

Señores políticos liberales, han perdido unas décadas preciosas para transmitir una ideología clásica demostrada progresista, adecuada a los tiempos modernos. Han dejado el control de la educación y los medios de comunicación en manos socialistas y lo peor de todo, han consentido que los valores socialistas sean los impuestos en la sociedad como buenos sin ni siquiera haber intentado contraponer otro modelo social.

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