miércoles, 3 de agosto de 2011

De vuelta

Queridos blogueros

Largo ha sido el periodo de inactividad de este blog, y de justicia es que explique el motivo: una dolencia de espalda. Me ha traído por la calle de la amargura, pero, como todo en la vida: ni bien ni mal, cien años dura. No es que me encuentre recuperado, porque la dolencia es crónica, pero al menos, puedo escribir estas líneas.

Y, ya de vuelta, creo oportuno hacer un repaso a la situación política y social de España, que no es muy halagüeña. En los últimos años nos hemos convertido en los tristes protagonistas de una de las mayores crisis sociales, económicas y políticas de los últimos cien años. Insisto en que es la más grave y profunda porque, a diferencia de las anteriores, esta sociedad nuestra es más rica en lo material y más débil en lo moral, al contrario de lo que ocurrió aproximadamente hace cien años.

Nos encontramos con una sociedad acostumbrada a "lo bueno", que en typical spanish significa "ganar más haciendo menos", una sociedad acrítica consigo misma, con poca capacidad de adaptación y con mucha tendencia a la subvención. En el otro extremo, unos poderes públicos liderados por políticos de medio pelo, salvo honrosas excepciones, en los que prima más la captación del voto a través del clientelismo político que de la gestión responsable. Y en medio del desaguisado, los que manejan los hilos económicos del païs: empresarios y sindicatos.

Entremos algo más en detalle: Las Administraciones Públicas (AAPP) se encuentran en una situación financiera tan desastrosa que les resulta difícil cumplir con sus propias atribuciones y responsabilidades. A nivel central, muchas de las competencias han tenido que ser cubiertas por las CCAA, diputaciones, cabildos y ayuntamientos, bien sea en materia de seguridad, con la creación de las policías autonómicas, o en materia de servicios sociales, como las ayudas a mayores que viven solos o mujeres y niños maltratados o medioambiente por poner algunos ejemplos. En el caso de las CCAA, junto con los ayuntamientos, han entrado en una deriva de gasto público para cumplir con la estúpida regla de " en mi comunidad o ayuntamiento, más", lo que ha provocado una espiral de servicios prestados desde las Administraciones, que bien deberían estar cubiertas por la iniciativa privada, que en multitud de ocasiones debe quedar fuera porque no es posible competir con la Administración en régimen de igualdad, y cuando se pretende invertir la cuota de mercado ni siquiera lo permite, habida cuenta que las Administraciones son dueñas del suelo. Así, vemos cómo los empresarios no pueden competir en materias tan dispares como el deporte, con esos fabulosos polideportivos municipales que irán quedando desfasados, o la televisión, con esas magníficas tecnologías audiovisuales, que en poco tiempo se privatizarán, la cultura o la prestación de servicios. El resultado, no puede ser más explícito: deuda, deuda y expulsión de la iniciativa privada en multitud de mercados locales y regionales. Todo perfecto cuando la rueda avanza, pero es que la rueda está parada, y nos preguntamos ¿quién asumen esto ahora?
Asistimos a una sesión de desinversiones públicas de mucho impacto en el servicio público, y el criterio de desinversión no suele ser el cumplimiento de las competencias aribuidas, sino a quéllas que menos impacto electoral tenga. Así, se desinvierte, por ejemplo a nivel local, en asfaltado de viales antes que en festejos. En el caso de la sanidad, aumentarán las listas de espera, en materia de RRHH, se amortizarán las plazas laborales y los funcionarios se recolacarán en tareas que, en el mejor de los casos, intentarán desarrollar competentemente, en otros por desgracia... ¡Que Dios nos coja confesados!

En el otro extremo, una sociedad que traga con ruedas de molino, a la espera de que el temporal escampe, pero manteniendo una actitud pasiva ante el cambio. Y el cambio sólo desde la propia sociedad se puede producir. El problema subyacente es si esta sociedad tiene los reaños para hacerlo. Los jóvenes más avispados tienden a mirar fuera de España, los otros, intentarán vivir de sus mayores el mayor tiempo posible. Los mayores, reacios a la formación continua, descartan la recolocación sobretodo la geográfica, y los más mayores, asisten perplejos a una crisis que, en otros tiempos, si les pillara con algunas décadas menos... A todo esto, la población inmigrante, mucho más acostumbrada a este tipo de situaciones, se amolda con mayor facilidad, lo que se debería convertir en un acicate para el resto. Caso aparte merecen los inmigrantes ilegales que nadie parece dispuesto a echar, porque siguen detrayendo recursos del sistema, sin apenas aporte, pues el dinero sigue saliendo, no pagan impuestos y siguen disfrutando de sanidad, educación, justicia, ...

Y nos faltan los cuerpos intermedios: sindicatos, patronales, banqueros,... Todos ellos han demostrado su capacidad de gestión: EREs, bancos rescatados, sindicatos comprados, vamos, el acabose.

Sí, la imagen actual no invita más que a la reflexión serena, y la acción. Este toro lo debe coger cada unos de nosotros, nosotros debemos torear esta situación, sin esperar de nuestros políticos actuales más que pongan otra piedra en el camino. Formación, recolocación laboral y geográfica, austeridad y perocupación por el trabajo bien hecho. España debe salir adelante sin rescates externos ni subvenciones, porque las herramientas están, las posibilidades existen, a pesar de nuestros polìticos y nuestras instituciones, a pesar de los grandes empresarios multimillonarios preocupados por pactar un buen expediente de regulación comprado a los sindicatos, con mecanismos de control y justicia al servicio del poder político, con un ICO al servicio de la deuda pública. No, no podemos esperar nada más que de nosotros mismos, y los que antes se enteren de ello, más posibilidades de éxito y satisfacción obtendrán.

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