jueves, 3 de agosto de 2017

La libertad de pensamiento en entredicho

En últimas fechas, estamos asistiendo a toda una suerte de proclamas en favor de colectivos tradicionalmente agredidos. Concretamente, y entre todos ellos, las mujeres y los homosexuales, lesbianas, transexuales, bisexuales y toda la gama de relación diferente a la heterosexual.

Hemos pasado, de herir los sentimientos de estas personas y ningunear sus derechos, a todo lo contrario. Hemos pasado a una suerte de discriminación positiva que, lejos de acercar estos colectivos hacia una correcta integración y una necesaria y esperada convivencia en paz y armonía, a una "caza de brujas" por parte de determinados sectores sociales, concretamente las propias asociaciones LGTBI y determinadas asociaciones feministas, por la que marcan a la sociedad una forma de pensamiento que, va camino de convertirse en único.

Si cualquier persona piensa, que las demostraciones ostentosas, libertinas, y cada vez menos reivindicativas, de estos colectivos no son de su agrado, y se le ocurre decirlo, o aún peor, escribirlo, sufrirá, sin compasión, los ataques furibundos de estas asociaciones y del resto de la "sociedad correctamente concienciada". Tachada de homófoba, machista, retrógrada, fascista y otras lindezas, esta persona deberá esconderse, y retirarse de la vida social, aún cuando se disculpe, por pensar de forma distinta.

Lejos del paroxismo que estos colectivos demuestran, cabe reflexionar acerca de si somos, en realidad, libres para poder expresar nuestros sentimientos y pensamientos sin ser juzgados por ello. Hoy no hay programa en televisión en el que estos colectivos tengan su cuota de representación (véase el reality First Dates, programas del corazón y realities, series televisivas, españolas y extranjeras, etc), de forma muy artificial y forzada, estos programas pretenden que cada uno de nosotros aceptemos por buenos determinados comportamientos que, para muchas personas, no tienen por qué serlo, y me refiero a los comportamientos, no a los sentimientos.

No seré yo quien juzgue quién debe amar a quién, pero a lo mejor hay personas que no aceptan determinadas fórmulas de congenialidad, porque a lo mejor, y para la moral de algunos, determinadas muestras de cariño o amor, lejos de ser una muestra de tal, se convierten en un show esperpéntico, con el único fin de provocar, precisamente a quien no piensa como ellos.

Como dije antes, y lejos de querer justificarme, no es que esté en contra de quién debe amar a quién, pero, hay personas que se pueden preguntar ¿es necesario estar recordándonos que eres homosexual o transexual o lesbiana o bisexual? ¿Vamos los heterosexuales demostrando y justificando que lo somos? Pero, el sentido de esta reflexión no es la del comportamiento en sí, ni siquiera de su demostración u ostentación, sino de la preocupante falta de libertad de pensamiento y la hipócrita doble vara de medir de estos colectivos.

Si pienso diferente soy tildado de ..., pero si son los demás los que piensan de forma diferente a mí, siempre que concuerde con el pensamiento único, están en su libre derecho y además tienen la razón, cómo si ésta fuera absoluta y además coincidiera con los postulados "socialmente aceptados"

¿Cuál será el siguiente paso? ¿Me dirán cómo educar a los hijos? O, peor aún, ¿debo aceptar, sin rechistar, una forma de educación únicamente válida según estos postulados? Y, por fin, ¿Quién decide lo que se debe pensar o decir?

Lo siento, pero no puedo aceptar que nadie me hurte mi forma de ser, pensar, o expresar, sea o no coincidente con el pensamiento general o el pensamiento "políticamente correcto". Exigen no ser juzgados, pero son los primeros en juzgar, exigen no ser maltratados ni insultados, pero son los primeros en hacerlo, exigen comprensión y tolerancia, la misma que a ellos les falta, quieren vivir en paz y armonía, pero cada vez más enconan sus posicionamientos contra los que no piensan como ellos.

Puede que mi forma de pensar no sea coincidente con la mayoría, y hasta puedo estar equivocado, pero es mi forma de pensar, la mía, y de eso estoy seguro.




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