jueves, 8 de mayo de 2008

Empiezan las reformas: que Dios nos coja confesados

La Vicepresidenta del Gobierno anunció ayer lo que parece va a ser la agenda política para los próximos años: reforma constitucional, reforma de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG), reformas a Ley del Aborto, Ley de las Confesiones Religiosas y Ley de la Igualdad de trato. Desde luego, valentía no se puede negar.
Pero vayamos por partes, porque aquí se están mezclando churras, merinas y de paso algún zopenco.
La reforma de la Constitución requiere voluntad inequívoca de consenso, puesto que no es posible modificar la Ley principal del Estado sin que toda la sociedad, los representantes primero y los representados después, estén mayoritariamente de acuerdo.
Puesto que parece que será necesario modificar el Título II, lo que lleva aparejado entre otras cosas, la disolución de las Cortes, supongo que hasta el final de la legislatura no verá la luz el texto reformado.
La reforma de la LOREG es, además de necesaria, perentoria sobre todo en lo que afecta a las elecciones generales, pero también las autonómicas y municipales.Mucho se ha estudiado sobre ello, y parece pueril que, aquí plantee un argumentario serio sobre la reforma, pero sí me atrevo a apuntar dos elementos fundamentales: la modificación de la circuscripción (actualmente la provincia) para que fuera la Comunidad Autónoma y que la barrera electoral, es decir el número mínimo de votos por los que un partido o coalición puedan tener representación se sitúe en el 5% en vez del 3% actual, al estilo de las elecciones municipales. Otros asuntos menores podrían ser la necesidad de un aval si no se obtiene representación, aunque solo sea para pagar los gastos de papel de aquellos partidos qe se presentan tan solo para disponer del censo electoral y poder utilizarlo después a su antojo. Tiempo tenré para desgranar estas propuestas y otras y argumentar el porqué de ellas.
Hasta aquí las churras, las reformas estructurales, las que podríamos llamar las reglas del juego. Ahora llegan las merinas, el auténtico argumentario político de la izquierda: aborto, laicidad y falsa igualdad.
Que el PSOE quiera abrir este debate es una auténtica oportunidad para el PP para confrontar modelos de sociedad diferentes. El modelo del PSOE presenta unos valores como son la prevalencia del, hasta ahora inexistente derecho de la mujer a abortar ( a matar) frente el derecho del no nacido a nacer (a vivir), la laicidad del Estado, que no está en duda, que servirá de excusa para socavar la moral del cristiano (ojo, cristianos, no solo católicos) defendiendo el derecho de los agnósticos, como si laico y agnóstico fuera lo mismo. Y no, no es lo mismo. El laico es el neutro, como debe ser el Estado, que como conjunto de instituciones no pueden tener ideología o creencia religiosa alguna, puesto que eso solo compete a la persona.
El agnóstico sí tiene ideología y sí profesa doctrina: la negación de la existencia de Dios, y ésa es la doctrina de la izquierda, y contra ella es necesario que el PP defienda los derechos y libertades de los que sí pensamos que existe Dios. El agnóstico, hasta donde sé, puede pensar como quiera, opinar como quiera, elegir la educación que quiere para sus hijos, mantener la solidaridad con quien quiere y no ser tachado socialmente como retrógrado como ocurre con los católicos. ¿Qué derecho adicional se le debe reconocer al agnóstico y solo al agnóstico, Sra De la Vega?
Hecho distinto será el de la financiación, en el que me declaro tajante: son los fieles de cada congregación los que deben mantener sus jerarquías e Iglesias (entendida no como templos sino como asamblea de creyentes). Pero eso sí, tampoco, con mis impuestos, el Estado va a decidir qué ONG´s se llevarán subvenciones y en qué cuantía. Eso se le dejamos a la solidaridad personal del ciudadano, por lo que espero que desaparezca de la tributación la famosa X, ya seré yo quien ponga la X donde considere. para eso no necesito tutela del Estado. Y por cierto, las labores y funciones que realiza la Iglesia Católica en educación, sanidad, obra social o mantenimiento del Patrimonio Histórico y Artístico Nacional remunérese, como también se hace con las ONG´s.
Pero insisto, el problema no debe ser tanto de financiación, cuanto de debate ideológico de distinguir la laicidad del Estado con la preeminencia del agnóstico, muy en la línea masónica de este PSOE.
Y por último, llega la Ley de la Igualdad de Trato, que ya en su proclamación en el programa electoral del PSOE muestra su más evidente contradicción: ""fomentar el reconocimiento de la diversidad como un activo social, impulsando y completando el marco legislativo europeo". Oiga ud, si reconocemos la diversidad, estamos reconociendo que no somos iguales sino diversos y como no somos todos iguales, no se nos puede tratar a todos igual.
Si el PSOE quiere hablar de igualdad, hablemos de la igluadad de la que puede hablar el Estado: la igualdad de oportunidades y la igualdad de trato ante la ley. Les doy, señores del PSOE dos ejemplos: ley de oportunidades: que los españoles puedan tener la misma igualdad de oportunidades para elegir el tipo de educación que quieren para sus hijos en toda España, y dos, que los padres sean tratados en términos de igualdad ante los jueces en situación de disolución de matrimonios con hijos. Con perdón de la expresión, en muchas ocasiones los cornudos y apaleados son ellos, y encima no pueden ni ver, ni educar ni vivir con sus hijos.
¿Qué les parece empezar por ahí?

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